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REVOLl:JCIÓN DE INGLATERRA.

211

No vaciló en exponer nuevamente su vida por el

Rey; mas una nueva dificultad se presentaba en la

ignorancia del buen fraile, que era tal que no sabía

lo que habla de decir en ocasión tan importante. Sin

embargo, con algunas indicaciones que, merced al

Marqués de Castel Melhor, le hizo uno de sus clérigos

portugueses, no vaciló Huddleston en llevar adelante

su propósito, y brevemente enterado de lo más pre–

ciso. subió por una escalera interior que conducia á

la real cámara, guiado por Chiffinch, criado de con–

fianza del Monarca, que si se ha de dar crédito á lacró–

nica escandalosa de la época, estaba acostumbrado á

introducir por aquel sitio visitas de muy distinta ín–

dole. En tanto, el Duque, en nombre del Rey, mandó

á

todos los presentes que saliesen del aposento, á ex–

cepción tan solo de Luis Duras, Conde de Feversbam,

y

Juan Granvi!le, Conde de Bath. Ambos Lores eran

protestantes; pero Jacobo contaba con su fidelidad.

Feversham, francés de noble cuna y sobrino del g-ran

Turena, tenía un alto puesto en el ejército inglés, y

era además chambelán de la Reina. Bath era primer

gentilhombre de cámara.

Las

órclen~s

del Duque fueron obedecidas, y hasta

Jos médicos se retiraron. Abrióse entonces la puerta

secreta y entró el padreHuddleston. Un amplio manto

cubría sus sagradas vestiduras, y su tonsura estaba

oculta por una espesa peiuca. El Duque entonces, di–

rigiéndose al Rey, le dijo:

ccSefio1·, este buen hombre que

ya en otra ocasi6ii os Ita salvado la vida, viene al101·a

á

sal–

V(J¡ros el alma.»

Carlos contestó en voz muy débil:

ccSea

bien venido .»

Huddlcston empezó entonces el cumpli–

miento de sus sagrados deberes, en lo cual estuvo

mejor de lo que nadie hubiera esperado. Se arrodilló

a l lado del lecho, y después de oir la confesión del

moribundo, le absolvió y le administró la Extrema-