REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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.Reina envió, por Halifax, á excusarse de su ausencia.
Decía que se hallaba en tal estado de inquietud y tur–
.bación que no podía volverá ocupar su puesto al lado
del Monarca, y al mismo tiempo imploraba su per–
dón, si involuntariamente le había ofendido alguna
-vez.
«/Pobre mitjerl
exclamó Carlos;
mepide perd6n; yo se
lo pido
á
ella con toda mi alma."
La luz de la mañana empezaba entonces á penetrar
-por las ventanas de Whitehall, y Carlos hizo que des–
corriesen las cortinas para poder ver una vez más la
luz del dla. Observó también que era tie,mpo de dar .
cuerda á un reloj que habla cerca de su lecho; peque–
ñas circunstancias que se
recordaron por mucho
tiempo, por ser prueba indisputable y clara de que
·cuando se declaró católico romano se hallaba en la
plena posesión de sus facultades. Pidió perdón á los
.que le acompañaron durante la noche de la molestia
que les había causado, pues, decía, se había estado
muriendo mucho más tiempo del que nadie hubiera
-podido esperar; mas con todo, no dudaba que le ex–
cusarían . Fué ésta la última muestra de aquell a ex–
quisita cortesía que tantas veces habla sido bastante
:podero a á hacer desaparecer el enoj-0 de una nación
justamente irritada. Apenas dichas estas palabras, su
voz se debilitó hasta el punto de faltarle casi el habla,
y antes de las diez de la mañana había perdido el
.conocimiento. Entre tanto, el pu3blo acudía en tropel
-á
las iglesias para asistir al servicio de la mañana, y
cuando se leyó la oración por el Rey, los suspiros y .
sollozos en que prorrumpió la multitud mostraban
cuán hondo y sincero era el cariño que profesaba al
Mo narca. Por fin, el viernes 6 de febrero
á
mediodía
.entregó el alma (1) .
(1 ) Clark11's,
Life o( Jame1 t/la Second,
1,
'146. Orig. Mem..