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REVOL

DE INGLATERRA .

20:)

con la deshonra

y

la vergüenza, la inf liz e ntregó

ála má desoladora angustia, que, i

l ha d hacer

justicia, no era completamente goL ta.

Y la puertas de Whitehall, qu ordinariamente e -

taban abierta para todo el munllo, po1·manccían aho–

ra c rrada ,

y

ólo á per ona conocidas e p 1·mitia

la entrada. A

i

y

todo, proñ to

ll enaron de gente las

antecámara

y

galerías,

y

hasta el regio apos nto

vió pronto invadid

o de lo

eñores, Con njeros priva–

do y Embajador s

cxtro

.nj ero . Las notabilidades qu

en lo. ci ncia módica ene rraba Londr

habían

ido

llamadas,

y

tan honda era n n aqu l ti mpo las ani–

mosidades políticas, que fu ' mirada como cosa xtra–

ordiuaria la pr sencia d

algunos m ·dico

ivhigs

(l).

A i tia tambi n al 1onarca un m dico católico, re–

nombrado por su

iencia, el Dr. Tomá.

'hort,

y

al–

g unas de las pre cripci on s facul tati as que aun s

con ervan, ll evan la firma

nada meno

s qu d catorce

doctores. El paciente fu

sangro.do

u abundan ia,

l aplicaron un lli rro candente

á

la

cabeza

y

le intro–

duj i·on en Ja boca una al volátil xtraida de s sos

humano . Por fin , con iguieron hacerl volver en

!,

p ro u situación

ra g ravisima .

·

La R ina durante alg·ún tiempo no se separó d l

lecho del uf rmo,

y

el Duqu e de York apena se mo–

vía de la cabecera de su hermano. El Primado

y

oti-o

cuatro Obi ' pos, qu

staban entonces en Landre ,

p rmaneci ron en Whitehall todo el dla,

y

por la no–

che se relevaban en la habitación del Monarca.

A la nue a de su enferm dad, la tristeza

y

el des·

ali nto s

esparcieron por la capital. La iug(:mita

bondad de u carácter

y

sus afables maneras hab!anlc

g ranjeado l al' cto de la mayo r parte de sus súbditos ,

(l) Correspondencia. de Dugdo.le ,