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LORD l\1ACAULAY.
Mancini, Duquesa de Mazarino y sobrina del gran
Cardenal. Desde muy niña habla salido de Italia, su .
pals natal, para irá vivir á la corte, donde su tlo man–
daba como soberano. Su poder y sus atractivos ha–
bíanle formado muy pronto una corte de ilustres
ambiciosos, y el mismo Carlos, cuando se hallaba en
el destierro, habla solicitado inútilmente su mano.
La naturaleza y la fortuna parecían haber derramado
á
competencia sobre ella sus más valiosos dones. Era
su rostro hermoso con la espléndida belleza del Medio–
día; su entendimiento pronto, graciosa¡:¡ sus maneras,
elevado su rang·o y su fortuna inmensa; pero sus
indómitas pasiones hablan trocado todos estos bene–
ficios en otras tantas maldiciones. No pudiendo so–
brellevar la desdicha de un enlace infeliz, había huído
del lado de su marido, abandonándole sus inmensas
riquezas; y después de haber sido el escándalo de Ro–
ma y del Piamonte .por sus aventuras, había fijado su
residencia en Inglaterra. Su casa-era el sitio favorito
de los hombres de ing·enio y de vida alegre, que
á
trueque de sus sonrisas y de su mesa, sufrían pacien–
temente sus frecuentes accesos de insolencia y mal
humor. Rochéster y Godolphin olvidaron algunas
veces en su compañía los cuidados de Estado; Bari–
llón y Saint Evremond hallaron consuelo en su to- ·
cador
á
su largo destierro de París; la ciencia de
Vossius, el ingenio de Waller, empleábanse diaria–
mente en adularla y divertirla; pero su ment(¡) enfer–
ma necesitaba más fuertes alicientes y los buscaba en
la vida galante, en la bebida y en el juego (1). Mien–
tras Carlos se entretenía con sus tres sultanas, el paje
(1 ) Sain Evremo:id
pa!!im.
St. Real,
Memoire! de la Duche!&e de
Mazarin;
RocheRter·s,
Farewell;
Evelin's,
Diary,
sept. 6, 1676; Juue
ll, 1699.