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LORD MACAULAY.
efecto de lós excesos. Había cuidado siempre en ex–
tremo de su salud aun en medfo de los placeres,_y
sus hábitos prometían larga vida
y
robusta anciani–
dad. Todo lo que tenia de indolente en lo que reque –
ría algún ej ercicio del entendimiento, tenialo de
activo y constante en los ejercicios corporales. Cuan–
do j oven, babia tenido fama de g ran j ngador de pe–
lota
(1 ),
y era aún en el ocaso de la vida infatigable
andarín , de tal modo, que costaba trabajo á los qtie
eran adm itidos á pasear en su compañía sostener su
paso ordinario. Era g ran madrugador, y generalmen–
te pasaba tres ó cuatro horas al día al aire libre. Veía–
sele siempre por las mañanas, cuando aún la escarcha
tapizaba el césped, en el parque de Saint James,
correr entre los árboles, jugando con sus lebreles y
arrojando puñados de trigo
á
los patos, todo lo cual
le hacia querer del vulgo, que siempre g·usta de los
g randes que no .reparan en descender hasta él (2).
Pero hacia el fin del año 1684, un lig·ero ataque que
se creyó ser de gota le impidió salir como de cos–
tumbre. Pasaba entonces las mañanas en su labora–
torio, donde se entretenla en hacer experimentos
sobre las propiedades del mercurio. Su caráct er pa–
recía haber sufrido por efecto de este encierro. l\o
había, sin embarg'o, causa aparente que pudiera in–
quietarle; su Reino estaba tranquilo; no tenía uecesi ·
dad urgente de dinero; era su poder mayor que nun–
ca, y el partido que por largo tiempo le había amena–
zado estaba vencido y deshecho por completo. Pero
Ja alegría, que le había sostenido en la adversa
for·
tuna, habíase desvanecido en la época de prosperidad.
(1) Pepys•s,
Diary,
dic. 28,
1663.
Set. 2,
1661.
(2) Buroet. r, 606;
Spectator,
núm. 462;
l ords' Jou.-nals,.
oct. 28,
1618;
.Cibber's,
Apotogy.