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LORD 111ACAULAY.
LVI.
ILUSIÓN QUE CONDUCE
Á
EXAGERAR LA FELICIDAD DE
LAS GENERACIONES PRECEDENTES.
El efecto general de lo que con toda evidencia se
ha sometido al juicio del lector, apenas parece admitir
duda;
y
sin embargo, aun con toda esta evidencia,
muchos· habrá que imaginen que la Inglaterra de
los Estuardos era un país más ag radable
y
encanta–
dor que la Inglaterra en que vivimos. Puede parecer
extraño á primera vista que la sociedad, al mismo
tiempo que adelanta con rapidez crecie11te, vuelva los
ojos al pasado con melancólico pesar. Pero ambas in–
clinaciones, aunque contradictorias al parecer, pue–
den fácilmente unirse
y
armonizarse en el mismo prin–
cipio, pues ambas nacen
y
se originan en la impa–
ciencia que el descontento de Ja vida actual produce
en nosotros Esta impaciencia, al mismo tiempo que
nos sirve de estímulo para adelantar á las generacio–
nes precedentes, nos hace apreciar en más de lo que
realmente vale su felicidad. Es en cierto modo ingra–
titud
y
falta de razón, por parte nuestra, estar siempre
descontentos de una condición que constantemente
mejoray adelanta. Pero en realidad, si el progreso es
constante, débese simplemente á que el descontento
también lo es. Si estuviéramos plenamente satisfe–
chos del presente, claro es que cesaríamos de Juchar,
de trabajar
y
de mirar á lo futuro, así como es muy
natural que si
no
estamos contentos del presente, for–
memos juicio excesivamente favorable del pasado.