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REYOLUCJÓN DE I 'OLATERRA.

191

que al presente. Sin embargo, conviene proceder en

tales cuestiones con desconfianza; pero aun no se ha

probado nunca que el pauperi mo fuese carga me–

nos pesada ó mal social de menor importancia en

Jos últimos veinte años del siglo xvJI que en nuestro

t iempo

(1).

1

0

puede negar!le que el prog reso de la civilización

ha suprimido una de las má valiosas ayuda de la

clase pobre. Ya se ba mencionado qu , antes de la

Revolución, muchos miles de millas cuadradas que

ahora están cultivadas y cercadas , eran selvas, panta–

nos y yermos. Gran parte de toda e

ta

tierra sin cul–

tivar era, según la ley, común;

y

el resto valia tan

poco que los propietarios la abandonaban también al

público . Esto, como se comprende, hacia q•1e en aquel

tiempo se apoderasen muchos de tierras que no les

pertenecían, tolerándose estas apropiaciones de un

modo completamente desconocido en nu stros días.

El aldeano podía

á

muy poca ó ning una costa hallar

medio, si la ocasión se le ofrecla, de mejorar su triste

estado, ya proveyéndose de leña para el invierno,

6

(l)

Fourteenlh Reporl o( lhc

Poo~

Law Oom·•nissionera,

apéndice

.B, núm . 2, apéndice C. núm. 1,

1 84~.

De los dos cálculos relativos

al número de

pe.br

ee <;.ue se mencionan en el texto. el uno

fué

hecho

0

por Arturo 1\loore,

y

el otro, algunos años desp11és, por Ri–

cardo Dunning. El cálculo de Moore puede verse en Davenan t,

E .••"Y

on

Wa11• ancL 11e""'·

y

el de Du nniug en li.. notable obrn. so–

bre el pauperismo. de Sir Federico EJen. King

y

Davenant hacoin

ascender el número de pobres

y

mendigos en 1696 al increíble nú–

mero ele l.330.000 en una población de 5.500.000 almas . En 1846

el número de personas que recibían socorros parece. según los do–

cu:nentos oficiales, no huher excedido de J.332.08.J, siendo la pobla–

ción de 1'1 .000 000. No debe olvida rse que en las listns oficiales se

encuentra

á

menudo el mismo pobre repetido 'varias v eces. Tam–

bién puede el lector consultar con fruto el folleto de De Foe,

Gi –

ving

Alm•

"'º

Olla.-ity,

y

las tablas de Greenwicll que en el articulo

titulado •Precios• trae M'Cullocll en su

Commercla! Dicl io»ary.