REVOLUCIÓN DE 1 ' GLATERRA
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alteración, y el precio medio del cuartal en los doce
últimos años del reinado de Carlos II era de cincuenta
chelines, de modo que el pan que hoy se reparte en
Jos asilos de mendicidad se veía entonces muy rara
vez aun en la :mesa del pequeño propietario ó del
humilde tendero. La g ran mayoría de la nación se
alimentaba casi por completo de harina de centeno,
cebada y avena.
Las producciones de los pa!ses tropicales, de las
minas y de las fabricaciones eran positivamente mu–
cho más caras que en nuestros días. Entre los pro–
ductos que el labr ador tendría que pagar más caros
en 1685 que su posteridad en 1848, fi g uran el azúcar,
la sal, el carbón, las bujías, el jabón, el calzado, las
medias, y en general toda clase de ropas asi de vestir
como de cama. Puede aún añadirse que las antiguas
casacas y mantas serían no sólo más costosas sino
tambi én menos resistentes que lasque modernamente
se fabri can.
LV.
LOS POBRES.
Los labradores que podían con su trabajo atender
á su subsistencia y
á
la de sus familias, no figuraban
entre los individuos más n ecesitados de Ja sociedad.
Rabia, en situación basta.nte peor que la suya, una
88'>. 000 familias las c¡ue componían la clase del pueblo e n In glate–
rra. De ést•s, 440.000, según él, comíun carne dos ·¡ eces
á
la se–
mana,
y
las 441).000 restantes no la proba!Jan n unca,
l
cuando más
no pasaba de una vez
á
la semana .