REVOLUCIÓ ' DE INGLATERRA.
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chelín (1). Aun queda otra prueba de que el obrero
inglés se juzgaba con derecho
á
exigir por su trabajo
un chelín diario, aun cuando
á
veces la necesidad
le obliga e
á
trabajar por menos. La clases humildes
del pueblo, en aquella época, no tenian aún costum–
bre de reunirse para discutir públicamente, ni esta–
ban en uso las arengas ni las peticiones al Parla–
mento.
o había aún periódicos que defendiesen su
cau a. Su amor y su odio, su al egria y sus penas se
manifestaban en rudos versos. En las baladas , pues, es
donde ha de buscarse la hi stori a del pueblo en aquella
época. De estas compo iciones popul ares, aun puede
leer e en el
in plano
original, una muy notable, que en
tiempo de Carl os II se cantaba continuamente en las
calles de
orwich y Leeds. Es el vehemente
y
dolo -
roso g rito que exhal a el ti-abaj o contra el capital.
Describe el buen tiempo pasado en que el obrero que
trabajaba en las manufacturas de lana vivía como un
hacendado. Pero aquellos ti empos huyeron para no
volver. Ahora seis peniques al dla era lo más que po–
<lía g anarse cu el duro trabajo del telar. Silos pobres
se quejaban de que con tau escaso salario no podían
vivir, se les contestaba que eran muy dueños de se–
guir ó dejarlo. Por tan miserable recompensa ten!an
qu
trabajar los que en realidad producían las rique–
zas, levantándose muy temprano y acostándose muy
tarde, mientras el maestro tejedor, ocupado tan sólo
en comer, dormir y holgar, se hacía rico
á
costa del
pobre jornalero . Un chelín diario, declara el poeta, es
lo que en justicia debía darse al tejedor (2). Puede,
!l)
El orador ern Mr. .Juan Basset, diputado por Barnstaple.
Véase Smitb,
1J1emoir• o( Wool,
c.
LXVIII .
(2) Hállase esta balada en el Museo Británico,
y
aunque no
puede precis1<rse de que año sea, el
Jmp>'imatur
de Roger Les–
trauge
b~sta
á mi prot'ósito parn indic'lr Ja fecha
á
que pertenece•