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el sueldo de un cabo en tiempo de Carlos U
(l);
y
este
sueldo bastó
á
hacer que acudiese á las filas gente
muy superior á la que g·eneralmente solía alistarse
en el ej ército. En conjunto, por tanto, puede decirse
que en el reinado de Carlos U, el salario que ordina–
riamente percibía el labrador no pasaba de cuatro
chelines semanales, aunque había al g unos sitios don ·
de lleg·aba hasta cinco, seis; y aun siet e durante los
meses de verano. Actualmente se creería que el dis
trito donde sólo se pagase al jornalero siete chelines
semanales se hallaba reducido á la más extrema mi–
seri&.. El precio del jornal hoy es mucho más alto,
y
en
los condados ricos lo que semanalrn eúte se paga al
trabajador ll ega á doce, catorce y basta diez y seis
chelines.
LII.
L A CLASE OBRERA.
El trabajo de las manufactu ras ha tenido siempre
más r emuneración que el de los cultivadores del sue ·
lo. En 1680, un miembro de la Cámara de Jos omu–
nes hacía notar que el alto precio que alcanzaban en
nuestro país Jos salarios hacía imposible la compe–
tencia de nuestros tejidos con los de la Inclia. El obre–
ro inglés, decía, en vez de contentarse con una pieza
de cobre por el trabajo de todo el dia, como los natura–
les de Bengala, n o se conforma con menos de un
(l ) Véase en Thurloe's
State P apen ,
el
Memorandum
de los
.
2
<hputados holandeses de agosto
12•
1653.