REYOLUCIÓ
DE INGLATERRA.
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Lely sucedió su paisano Godfrey Kneller, quien pri–
mero fué hecho caballero
y
después barón, y que
después de vivir suntuosamente
á
pesar de haber
perdido mucho dinero en especul aciones desgracia–
da , aun pudo al morir dejar una gran fortuna
á
su fa–
milia. Los dos
andevell es, naturales de Holanda, in–
vitados por la liberalidad inglesa, vinieron
á
estable–
cerse
á
nuestra patria, donde pintaron para el Rey y
u nobles alguna de las mas bellas marina que se
conocen en el mundo. Otro holandés, Simón Varelst,
pintaba bellos g irasoles
y
tulipanes
á
precios hasta
en tonces desconocidos. Verrio, napolltano, pobló los
techos
y
escaleras de Gorgona y Musas ,
iufas
y
Sá–
tiros, Vicios
y
Virtudes, Dio es bebiendo néctar y
Príncipes laureado cabalgando en triunfo. La renta
que llegó
á
di frutar, debida tan sólo
á
sus trabajos, le
permitió tener una de las más espléndidas mesas de
Iuglaterra. Por los trabajos que hizo pai·a Windsor
sólo, recibió siete mil libras, suma entonces bastante á
a egurar una existencia cómoda
á
cualquier caballero
de moderada aspiracioues; suma mucho mayor que
todo lo que recibió Dryden de los librei:os durante
una vida literaria de cuarenta años
(l).
El principal
ayudante y
~ucesor
de Verrio, llamado Luis Lague–
rre, era francés. Los dos escultores más célebres de
aquel tiempo eran también extranj eros: Cibber, cuyas
bellísimas alegorías de la Furia y la Melancol!a aun
pueden verse en Bedl am, era danés; y Gibbons,
á
cuya
graciosa fanta
ia
y
delicado cincel muchos de nues–
tros palacios, colegios
é
iglesias deben sus más bellos
'ornamento , era holandés; y aun los dibujos para el
cuño estaban á cargo de medall istas franceses . Hasta
· (l) Háblase clel exorbitante precio de las obrns de Varelts
y
Verrio en las
Anecdotes o{ Paíntín
de Walpole.