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LORD MACAULAY.
rable conjunto de audacia y de prudencia, parecía
estar en el aire que se respiraba; y todos firmP,meute ·
persuadidos de que rebosaba el universo de secretos
de la más g rande importancia para la felicidad del
hombre, y que había éste recibido del Creador el me–
dio de conocerlos si lo empleaba bien; y se hallaban
convencidos de que no era posible llegar al conoci -
miento de las leyes física geuerales de otro modo
que merced á la observación minuciosa de los hechos
particulares, profundamente penetrados de tan g ran–
des verdades, pusieron mauos á la obrá los profesores
de la nueva fil osofía con tanta decisión y tanto em–
peño, que dieron señaladas muestras. en menos de
un cuarto de siglo de los inmensos progresos que de–
berían real.izar más tarde.
Habíase ya comenzado una reforma en la agricul–
tura con la siembra de nuevas legumbres, el uso de
nuevos útiles y el empleo de buenos abonos (1). Eve–
lyn, con beneplácito y autorización de la Sociedad
H.eal, daba iu trucciones
á
sus compatriotas en orden ·
al arte de plantar; y Temple, cuando lo consentían
sus deberes, se ocupaba en hacer ensayos de horti–
cultura y en demostrar con hechos que muchos árbo–
les frutales, originarios de climas mejores, podrían,
merced al auxilio de la industria humaua, crecer y
prosperar en tierra inglesa.
La m <>di cina, cuyo estado decadente y abyecto en
Francia suministraba eu toda ocasi6n
á
Moliere tema
inagotable de burlas merecidas, había logrado llegar
en Inglaterra por entonces
á
gTaude altura
y
á
ser
una ciencia experimental y progresiva, que avanzaba
(!)
El entusiasmo con que los agricultores iog:eses hacían en–
sayos y adoptaban novedades y mejoras, está perfectamente des–
crito po1· Aubrey, en su
/listo•·ia Natural ds! Wilt•hirs ,
1685.