REVOLUCJÓ
DE 1NGLATERRA.
187
al
trabajo práctico, que el Estado, legítimo protector
de todos los que no pueden proteger e á si mismos,
obrando sabia y humanitariamente ha prohibido en
nuestros días. En el siglo xvn , sin embargo, babia
prevalecido de tal modo, que comparado con el des–
envolvimiento de las manufacturas en aquella época,
parece casi increíble. En
1
orwicb, emporio enton–
ces del comercio de tejidos, una pobre criatura de
seis años era ya considerada bastante fuerte para el
trabajo. Muchos escritores de aquel tiempo, algunos
de los cuales gozaban fama de benévol os , mencionan
con orgullo el becbo de que sólo en aquella ciudad,
niños de ambos sexos que apenas ll egaban
á
seis años
creaban anualmente una riqueza que excedía
á
lo
necesario á su subsistencia en doce mil libras ester–
linas (1). Cuan to más ahondarnos en el conocimiento
de la historia del pasado, más razones bailamos para
disentir de los que creen que nuestro siglo ha sido
fértil en nuevos males sociales. Lo cierto es que, con
muy contadas excepciones, los males son viejos; lo
que es nuevo es Ja inteli gencia que los descubre y la
humanidad q-ue atiende á remediarlos.
(1) Challlberlayne·a ,
Slale o( England;
Petty•e
P olilical Aritl¡–
Y.telic.
cap.
vm;
Dunning·a,
P tain and easy Melhod;
Firmln's,
Proposilion (or the emp/oying
o,'"'"
Poor.
Debe tenerse en cuenta
que Firmin era eminente fllt\ntropo.