Table of Contents Table of Contents
Previous Page  128 / 372 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 128 / 372 Next Page
Page Background

114

LORD MACAULAY.

dad, no por él sino por sus consejeros. Los ambicio–

sos.y codiciosos muy pronto notaron que si habían de

prosperar, mejor lo conseguirí an adquiriendo un dis–

trito y prestando buenos servicios al Ministerio en

una sesión crítica, que convirtiéndose en compañeros

ó aun en favoritos del Príncipe. Por lo tanto ,

á

las

antecámaras, no de Jorge I ó de Jorge II, sino de Wal–

pole y de Pell1am, era donde diariamente acudían en

masa los cortesanos.

Debe también notarse, que la misma revolución

que hizo imposible á los Reyes de Inglaterra seguir

influyendo en el Estado, sólo con el propósito de fa–

vorecer

á

sus predilectos, produjo varios Monarcas in–

capaces por su educación

y

por sus hábitos de ser cor–

teses y afables huéspedes. Habían nacido y se habían

educado en el continente; nunca consideraron

á

In–

glaterra como su patria; si hablaban el inglés lo ha–

cian con poca elegancia

y

mucho trabajo; no llegaron

á comprender nunca el carácter nacion al, y los mo–

dales ingleses apenas intentaron adquirirl os. El más

importante de stls deberes lo cumplían mejor que

ninguno de cuantos les habían precedido, porque go –

bernaban estrictamente seg·ún la ley; pero no podían

ser los prim eros caballeros del Reino, ni los j efes de

la sociedad elegante,

y

si alguna vez querían llegar á

serlo, lo hacían en un pequeño círculo, donde apenas

se vela un rostro inglés, y nunca se consideraban más

felices que cuando log raban escapar, durante un ve–

rano, á su tierra nativa. Cierto que tenían sus días de

recepción para la nobleza y la

gentry;

pero la recepción

.era mera fórmula,

y

al fin llegó á ser ceremonia tan

.solemne como un fun eral.

No era así ciertamente la corte de Carlos II. Wbite–

hall, mientras él vivió allí , fué asiento de las intri g·as

politicas y de la buena sociedad. La mitad de los agio -