REVOLUCIÓN DE INGLATERRA.
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ches. Pero no lo entendían así los contemporáneos.
Su plan fué aplaudido con entusiasmo
y
atacado con
furor. Los amigos deÍ progreso lo elevaron al nivel
de los más g-randes bienhechores de la ciudad.
«¿Que
eran-decian
ellos-
las alabadas iwvenciones de A?·qufme–
des,
eit
compamci6n de
lo
q1te llabía lteclw el que troc6
las somln·as de la noclie
e?i
la esplendente luz del medio
día?»
Á
pesar de tan elocuentes elog·tos no faitaron
defen sores á la causa de la oscuridad. Y es que en
aquella edad babia necios que se oponían á la intro–
ducción de .Io que se llamaba la nueva
lu~,
con la
misma obstinación que en nuestro tiempo ha habido
algunos que se opusieron
á
la introducción de la va–
cuna
y
de los caminos de hierro; del mismo modo
que en una época anterior á los albores de la historia
hubo indudablemente quien se opuso
á
la introduc–
ción del arado
y
de la escritura alfabética.
Muchos años después de haberse concedido
á
He–
ming el privilegio exclusivo del alumbrado de Lon–
dres, aun había extensos barrios de la capital, donde
lo mismo que antes, no existía un solo farol (1).
(!)
Anglice llfett·opolis,
i690. Sect. 17. titulada •De las nuevas lu·
ces.. Seymour•s ,
London.