REVOLUCJÓN DE INGLATERRA.
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bleció de propia autoridad y fundó un puesto para
la venta de desechos bajo las ventanas de los dorados
salones donde los pr4ueros magnates del Reino, los
Norfolk, los Ormond, los Kent y los Pembroke, da–
ban bailes y banquetes. ¡Fué preciso el trascurso de
toda una generación y escribir mucho contra tales
abusos, para que los habitantes solicitasen, al fin, del
Parlamento, permiso para construir caminos y plan–
tar árboles (1).
Cuando tal era el estado de la región habitada por ·1a
clase más elevada de la sociedad, fácilmente podemos
suponer que la gran masa del pueblo tendria que
sufrir lo que hoy consideraríamos insoportable. El
piso era detestable; todos los extranjeros nos aver–
gonzaban con tal motivo . Las cloaca eran ele tales
condiciones que, apenas llovía, las canales se con–
vertían en torrentes . Algunos poetas festivos hablan
de la furia con que aquellos n egros an oyuelos des–
cendían de Snow Hill y Ludgate Hill, llevando
á
l<leet Ditch abundante tributo de restos animales y
veg;ctales ele los puestos de los carniceros y verdu–
leros. Ensanchaban este arroyo
á
derecha
é
izquier–
da los vehículos y los carros , y era el afán de todos
los kanseuntes alejarse lo más posible del camino de
los coches. Los flojos y tímidos cedían la acera; los
atrevidos
y
corpulentos la tomaban. Cuando dos 2'..a–
lentones se encontraban, seguían andando hasta dar
cada
uno~on
su sombrero en el rostro del otro, vi–
niendo en seguida
á
las manos y luchando hasta que
el más débil iba de bruces al arroyo. Si el vencido no
(1) Stnt . 12. Geo I, cap.
xxv;
Com.mom• Joiwnals,
febrero
25;
mnrzo 2,
1126;
London G.:wdener,
1112;
Evening Po•t,
marzo
23,
1131. No he podido encontrar este número del
Evenittg P ost;
lo
cito bnjo la autoridad de Mr. Malcolm, que lo menciona en
S\¡
Hiatory of London .