Table of Contents Table of Contents
Previous Page  122 / 372 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 122 / 372 Next Page
Page Background

I

108

LORD MACAULAY.

era más que un fanfarrón, se resignaba murmurando

que ya encontraría ocasión de venganza; pero si era.

valiente, el encuentro terminaba casi siempre con un

duelo á espaldas del palacio de Mpntague

(1).

Las casas no estaban numeradas. Cierto que de

poca utilidad hubiera sido el numerarlas, pues que

de los cocheros, lacayos, porteros y mandaderos de

Londres , sólo muy pequeña parte sabía leer. Era ne–

cesario emplear señales que basta los más ignorantes

pudieran comprender, y las tiendas, por lo tanto, se

disting uí an por las pintadas muestras que daban as–

pecto aleg-re y g rotesco

á

las calles. Desde Charing

Cross á Whitechapel había una interminable serie

de

cabezas de suirracenos, encinas ?'ea.les, osos azules

y

cor–

deros dorados,

que desaparecieron cuando ya no hacían

falta para servir de norte

á

la gente del pueblo.

Cuando cerraba la noche, la dificultad y el peligro

de andar por la ci udad subían do punto ciertamente.

Abríanse las ventanas de los desvanes,

y

se vacia–

ban las ag·uas sucias, con muy poco reparo de los que

pudieran pasar por debajo. Las caídas, las magulladu–

ras. y el romperse los huesos ocurrían con la mayor .

frecuencia, porque hasta el último año del reinado

de Carlos II, la mayor parte de las calles quedaron

en la más profunda oscuridad. Los ladrones ejer–

cían su oficio impunemente, y sin embargo aun no

eran tau temibles para los ciudadanos pacificos como

otra especie de rufianes. Era diversión favorita de la

juventud disoluta el recorrer la ciudad durante la

noche, rompiendo los vidrios, atropellando las sillas

(1)

Lettres su•· les Anglois,

escritas

á

principios del reinado de

Jorge III; Swirt·s

City Shower;

Gay•s,

Trivia .

Johnson contaba

'Con frecuencia una curiosa conversación que babía tenido con su

madre acerca de dar ó tomar la acera.