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LORD MA AULAY.
sufrido mientras fué prisionero de guerra de los hipó–
critas predicadores cscocese . Aquellos de los cir–
cunstantes á quienes
. M. conocia, obtcmian de él
á
menudo frases cortese , lo cual era para la cau a de
la Monarquía mucho más provechoso que la cualida–
des que habian tenido su padre y su abuelo.
o ra
fácil al más austero republicano de la e cu la de Mar–
vel resistirá la
fa
cinación de tan constante buen hu–
mor y de tanta afabilidad; y muchos
caballeros
vetera·
n os, en cuyo corazón mantenía vivo el re entimiento
el recuerdo de sacrificios y servicios no pag·ados
en veinte años, se juzg·aban plenamente compen–
sados, en
u1i
momento, de las heridas y confi ca–
ciones sufridas, con el ligero saludo de su obe rauo,
acompañado de la frase: «Bendíg·aos Dio , mi buen
amigo.»
Whitehall lleg·ó naturalmente á
er el principal
centro de noticias. Siempre que corría el rumor de
que algo importante había sucedido ó estaba á punto
de suceder, Ja gente acudía alli
á
iufomarse cu las
mejores fuentes. Las galerías presentaban el a pecto
de los modernos
cl1ihs
en dia de acontecimientos,
y se veían llenas de gente preguntando si había lle–
gado el correo de Holanda; qué noticias había traido
el expreso de Francia; si Juan Sobie, ky babia del'l'o–
tado
á
los tu rcos, ó si el Dux de Gén·ova estaba real··
mente en París. De todo esto podian hablar la gen–
tes sin peligro en voz alta; pero babia otras cosas
que se preguntaban y se contestaban en voz baja.
¿Había vencido Halifax
á
Rocbester? ¿S convocaría
el Parlamento? ¿Iba en realidad el Dúque de York
á
Escocia? ;,Era cierto que se había llamado
á
Mon–
mouth, del Haya? Todos trataban de leer en el rostro
de los Ministros cuando iban y venían,
á
través de la ·
multitud, al cuarto del Rey; y deducían toda clase de