silencio con que ha sido recibida su aparición, por
parte de los sabios. Vicente Fidel López triunfa
en este punto junto conmigo; pese a las cartas des–
pectivas que le dirigiera Tschudi de cuyo dicciona–
rio contenido en su Die Kechua Sprache prometo
ocuparme pronto.
Reproduzco a continuación los principales pá–
rrafos del citado libro de Ayala referentes a mi te–
ma, no sin antes manifestar que, además de traer
nuevos e importantísimos títulos deificantes para
Wirakocha, pinta los tiempos primitivos peruanos,
en los cuatro períodos que les atribuye-uari uira–
cocha runa, uari runa, purun runa y auca runa
como constituído por un pueblo de religión neta
y
terminantemente monoteísta al estilo de todos los
pueblos primitivos occidentales: egipcios, mecloper–
sas, asirios, indios, chinos, calcleos, etc., y como po–
seedores de lo que los místicos (¡Qué de extraño
que haya sido así!) llaman . "verdades primitiva–
mente reveladas": creencia en la vida futura, en
el castigo del mal y el premio del bien, el Diluvio y
hasta en la
T1'in1:dad de personas en la naturaleza
de Dios.
Ya Pachacuti nos había salido describiendo en
alguna manera a Tunapa como un enviado de Dios
(Wirakocha), una especie de Cristo, según lo di–
je ya, de la mitología incaica y que la religión ele
los peruanos contení a algo así como "Rayos de la
Re u Resurección de Xto. uestro Señor"; pues
así interpreto yo, ahora,
la
frase con que termina
Pachacuti su superimportantísima explicación del
di sco representativo el e Vvirakocha en la famosa
lámina de su Relación. Tocio lo que, tal vez, nos