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o cualq.uier otr o sabio, en hablar de la necesidad de
t~nerse presente principios de psicología primitiva, con
más fr anqueza,
d~
psicología inferior de pueblos bárba–
ros, par a la explicación de los hechos en lo tocante a la
r eligión
y
r itos de la primitiva civilización p eruana, con
el fin de deprimir lo grandioso de dicha civilización de
los incas bajo su aspecto r eligioso.
Mas su terror es incontenible y, a medida que
se prolonga su fatigante esper a y bebe más alcohol
y masca más coca, su espír itu se perturba y sobre–
coje cada vez más, de modo atroz.
E l pavoroso aullido ele los perros comienza ot ra
vez y principia a oirse la música lejana de los
aya–
rachis
(comparsa de bailarines de vestimenta es–
pecial y música muy triste de enormes zampoñas.
Etimológicamente
ayam chi,
buscado por mí por
largo tiempo, significa- según Bertonio-'zampo–
ña) .
Un calofrío infernal, como eléctrico baño, le in–
vade. Ma ca más coca y bebe mas alcohol ; pero su
espanto crece progresivamente, a g rado y medida
de la música que se acerca.
so dedica a otras disciplinas culturales, ha venido a dar de golpe
y
porrazo al queehua.
Fáeil me sería señalar casos y poner en deseubierto algunos
desatinos graves; pero.... perder el tiempo en tarea tan insulsa!
No sólo en Lima sino en hile, Argentina, Eenador
y
Boli·
via hay investigadores que están atentos a lo que se produca
sobre qneebua-en Lima o en cualquier parte-y que toman nota
debida del exhibicioni mo histriónieo de literatos que ban halla–
do el queehua de f ácil y cómodo soportal para sus fraudes, abn·
sando de la ignoraneia del medio.
Está muy bien, desde luego, dedicarse al queehua; pero comen·
zando por estudiarlo y aprenderlo antes de sentar cátedra de es–
tropeo y agravio y herir ese idioma
y
lastima rlo y Jisiarlo
y
obs·
curecer las investigacione de sabio extranjeros, poniendo en mú·
siea
solfeo la lengua inr.!lica
y
plantando repollos en campo de
azucena .