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de cordillera
y
pich1tpichn,
repetido (literalmente,
pico
pico), igual
pical,
lleno de picos, con tolerancia
d~l
neo–
logismo; por aquello de que en las lenguas
americanas,
en el aimará
y
quechua por tanto, la
reduplicación de
nombres da lugar a nuevos nombres con sentido colecti–
vo-semejantes a los nombres colectivos del
castellano
terminados en
{]¡l: 1"1tmi,
piedra;
1"'!11nti
numi,
pedregal;
aco,
ar ena;
aco aco,
arenal;
1mtt,
agua;
1mtt 1mu,
char–
ca!;
pichtt,
pico
a
e montaña;
pichu pichtt,
lleno de pun–
tas o picos y efectivamente el Pichu-pichu de Arequipa
es un
se1T1.tcho,
se le puede contar veinte y
tantos picos.
Lo grave del caso es que tales intelectuales con tanto
escribir mal dichos nombres en r evistas
y
dia:rios van a
acabar por imponer como legítimos los
nombres corrup–
tos, inventados por ellos.
Esta ridícula y violenta etimología de
pijclMt,
para
los accidentes geográficos nombrados, r ecuerda la: no me–
nos ridícula información hecha al doctor Lehmann
its–
che de absurdas especies que le indujeron a sentar tesi
imposible del
andToginiS'mo
de Wirakocba
(¡)
y
de
la
-existencia de una supuesta ''región del cielo nocturno''
con el nombre de :
'e
La tierra atigrada'' (
¡ ) ,
ee
refiriéndo–
se la denominación tan bizarra a la región del cielo que
corresponde al Orión
y
ante todo al cinto y sus alrede–
dores",
y
que le arrancaron esta frase: "se ve cuán di–
fícil es interpretar una designación que brotaba de una
mentalidad
distinta a
la mtest1·a"
(el
subrayado
es
mío) .
Qué de extraño, pues, que con esta clase de datos (1)
salidos del Perú, no se empeñe el Dr. Lehmann Nitsche,
(1) Si
todo esto decimos de escritores serios que merecen
consideración,
~qué
decir, cómo calificar la avalancha de gra–
forrea quechuista, que
s~n
ninguna preparación ni estudio, a toda
sangre fría, ha comenzado en Lima, en estos últimos tiempos,
en revi tas
y
diarios~
De todos modos, llamamos la atención Je
quienes se dedican a la investigación del idioma quechua qne,
si no quieren
llevarse chasco con esos
torrentes de disparates,
se abstengan d.e
tomarlos en serio, sin debido análisis, resen·a
y
prudente precaución; pues, hasta un inwlectual destacado, que