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siempre que no degenere y conserva su sig11ificación independiente e

IrreemplazablE>¡ casteilanicemes estos vocablos "si

e~

permisible por

ley

de la costumbre

y

h~gámosla

crecer,

haciéndol~

mas r ica de lo que

~s,

traduciéndola

y

adaptándola".

Bajo todo sus aspectos "el castellano, como idio•na oficial, debe ser

escolar en cualquiera región", dice Urteg-a y Gasset, y "que al niño debe

hablán:ele en castellano exclusivamente aunque no lo conozca" con pres

cindencia absuluta de los dialectos rPgionales; sólo así puede haber co–

munidad espiritual de la N:, ción peruana. El maestro debe hacer la cons

tante comparación, adaptando los

pro¡z-ra m:~s

a las necesidades ieiomáti

cas

de las regiones.

¿qué mayor bien puede hacerse por otro lado al niño que enseñar

le

el idwma. por lo meno s, si es posibl e en un periodo de dos aáos en

lu¡ares donde sólo se habla dial ectos?. Toda la importancia estriba en

despertar su interé s que conociendo el idioma puede arlqui rir otros cono

c,¡imientos por propia cQenta, siendo de inme jiato benéftco el re >ultado.

Hecho esto, se le p¡;ede ya educar e instru ir.

Además, el indíflena no

ha

dad o pruebas de r epudiar el castellano,

!!jna que no ha habido verd adero es fu erzo para capacitarlo en él.

A

este

respecto dice el

Dr.

Ponce Rodríguez: "El aborigen aprende el castellano,

viviendo en el uso de su prop io idioma,

y

no se anima a cambiarlo mien

tras la fuerza de la s circun , t ancias no lo obliguen a ell o ".

I

agrcfla: "Una

comisión Que estudi e este aspecto, nos da rá la medida en q' se use el len–

guaje nativo, si se opta por una e nse ñanza bilin¡züe o se desecha el em·

pleo de la lP.ngua

abori¡r~n

en el proces o de la ed ucació n. El es tudio debe

ser

dirigido a conocer si hay cierta u nifo r midad en las diferentes regiones

para U$ar los rasgos COI'llUn "s dell engu1je, o si no ex iste, para a lv idar to–

do intento de la u.tilización de la lengua 11borie-en en la obra de la educa–

ción".

OtrJ~

interrollante: ¿son mu cho s los pueblos o aldeas donde se iQ"no

ra completamente el castellan o?. Es posibl e asi sea en algunas pequeñas

masas indi!lenas o trihus salvajes; pero estoy co nvencido qu e el indígena

aun cuando sepa medianamente no lo habl a por natura l temor de hacerlo

mal Yno ser dign o de bu rla. LuellO donde se h abla a medias

e~

preferible

QUe desaparezca el dial ecto, toda vez que pocos lugares poseen el que–

d

:J.Ua

puro;

y

entonces diríamos: o se h abla quechua puro o castellano pu–

r.o, sin recurrir almtermedi ario qu e p

rc.vi

ene de la hibridación

u~

Ju S

dos, como son la totalidad de nuestros di alectos en el Perú.

I se explica ese temor por alflunos casos que cito, tanto en poblacio–

nes rurales como en provincias o ciud ades.

Hasta

h~ c e

poco,

~ eñ e

ras habi an qu e ent endien do pe1fectamente el

castell ano se cohibídn de él a través de la conversació n; y el

e~

poso tam–

poco quería expre sar se en di alecto por natural co rtedad, r esdtando el

sigular

y

curioso diál ogo a lo largo de la conv <!r.>ació n en castellano

Y