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La unificación no es factible por la fonética quechua, sí no po.r el cas·
tel!ano, ya que la
caract~:rística
de todo dialecto per.uano es tener un
gran porcentaje de pal ab ras castellanas. Mas posible es lueg-o la unífica–
ción mediante la absorción de ellos por el caste!Lwo, que está sobre toda
anarquía ortográfica de lós tratadis tas
quechu~s
por que muy srguro es–
toy que a los sistemas de Boas, Midendorf, Leona rdo, Vill ar, Silva y
atros se objetarán de
p o~eer
incove nirntes en concepto de muchos;
y, escuetamente, la pureza del <i¡Uechua en Cuzco, Puno, etc. sólo es
ideal.
La id ea de crear mas sign-os para el qu echua por no basta r los sig–
nos del castellano es, en mi concepto, hacer co mplejo el problema, •ie n·
do preferible escribil' ta l como se oye; y, parece que en el fondo tal se es·
tableció ma5 o me nos
ér•
la segunda se -;i ón de la l.Jirección de Educación
Indí!lena y así lo hizo el padre Holguí n y
>Í
es que existiera la urgente
necesidad de escribir en quechlla. El padre J orge por eso confiesa since–
ramente, como se ha di , h 0, que é l e >crib e como s uena y pronuncia en
esa región. En cambio en otras regiones poco se emplea las vocale s: e,
e, existiendo la terrder.cia de invertirlas en las
débile:~:
u, i, respectiva–
mente; pero esto no porque carezca los so nidns de esas vocales, sino p0r
"simple pereza" originada por lvs dialectos que tienden a suprimir dichas
voca les, sobre todo en los diptongos, como en: linda hsta dlpindinte, por
tiend a, fiesta y dependiente. He aquí la influen cia neg·¡¡tiva para el caste·
llano, ll egando el niño indígena a pro nunciar confusamente: tentiro, tinte–
re o lientera co n .acentuación y vo cal izació n variada, En dialecto no es da–
do nota r estas f,; ltas, vale decir, no son faltas las expre1:iones co.rrientes:
illlita, misa, por: sill eta y mesa, etc,. Cosa curiosa dec ir en caste llano:
quechua y e n di . Jecto quichua , resu lt a.ndo dud a y ¡;¡ulémica sobre si es con–
venie~ t
o como se debe decir en castellano o dialecto.
I para qué mas demostración?.
Por otro lado, tardaría más el maes tro enseñando signos para la
escritura ideo¡;rráfica qu echu a que enseñando la lectura y escritura caste–
llana simultaneas ; y al conclu ir con lo s rleialectos se habrá tambien con- ·
cluido con los barbarismo s
y
vici os lo cales, tod 'l vez que
es
quizá la terce–
ra parte de la población peruana oue habla quechua puro o dialectos con
la mayoría de términos casttllanos. I si bien es cierto QUe el ca>tellanu
posee términos quechuas diremos que ha sido el último baluarte defensi–
vo a la invasión total del castellano; sólo
e5Í
se ha tolerado la existencia
dialectal en fin de fines, por mutuo préstamo; de otro modo debía haber
sucumbído el quechua puro, si lo hay, en defecto del respecto co nven–
cional ¡¡¡_ue · lo ha hecho prevalece¡·,
es
por esto que creo que el deseo de crear un alfabeto quEchua, pa–
ra wn
qu~chua
que realmente no existe, antes que buscar la corrección de
vicios y barbarismos, es retrogradación punible; es ir contra t odo princi–
pio de la tend ecia actual de super eminencia idiomática en esta época
que
~e
cree que no hay hoinbre de cienc ia que no posee por lo menos dos
idiomas cultos. No hay; pues, argumento posible que pruebe la no exis–
tencia en la humanidad de esta aspiración espon•tanea para co lumbrar
1o1m cultura. Para el qu e posee castellano surge el deseo de aprender
el intrlé3 o frances hoy,
y
mañana será el deseo de dominar e l alemán, y