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'""" 19-

n11ento de esta

J..

r gua

y

en razón inversa al esfuerzo -de -unificación. F.:s

nsí que poco se conoce de la producción literaria quechua en relación a

s u antigüedad y extensión; la literatura ind1gena por eso mismo no PlfdO

desarrollar~e

dentro de

U fl

idioma prestado,

qu~dando

relegada en un

estadio inicial corno cree M'\riátegui. Un caso convincente nos dá

d~>

ello

el dram a romántico "Qquesarnpi Urpi" o "Paloma en su nido" del cornpo·

sitor ayacuchano Móisés Cavero, drama poco divulgado entre nosotros

sin embargo de estar preñado de gran ser.timiento, emotividad y trasunto

abundante del folkl ore ayacuchano.

!preguntándonos ah ora: ¿no es cierto que hay contraste y hubo

siempre entre quechuista? y autore3 castellanos nacio nales?. Sí. Probaré

en qt;é cno> iste mi aseve rar.ión.

·

La producci ón litera ria quechu a ha abundado siempre casi desconQ·

cida con desmedro de la abnegación y no menos meritísima labor de los

estudiosos· del asunto, ya escribiendo obras literaria s, y¡¡ confeccionando

V&

liosos di cc ionar-ios y Gramáticas quechuas en toda

époc~;

basta citar

n0mbres de algunos de estos paladines que no han logra do el fruto sufi–

ciente de sus esfuerzós; al co ntrario: desilusión y dtsnc 1rdad cia de la

lengu a. Valoremos tal fecundidad sólo en el departamento de Ayacucho,

un o de los centro s de la domina<:ión quech ua, e num erando a algunos:

Obispo Santiago Irala, Fray José Gregario Castro, J osé María Ráez, Ma·

nuel Navarro, Jo sé M. Chub ene, Francisco Solano Farfán

y

otros.

Qu1zá lo s frutos se circunscriban a la región; pero en el resto del

Perú, p0cos son lo s que se empeñan de la inter;:>retac·ión, menos ·en los

tiempos aGtu ale•, pues h ay departamentos donde se h a ixtinguido los

dialectos o tien den a ixtinguirse totalmente, exepc ión hecha del Cuzco,

Puno, Aya cucho, Ju ní.1 y alguno que otro, pero rep ito, en forma dia-le.ctal

unic&mente.

Pero el problema se ría éste: ¿para q;¡iénes son las traducciones he·

chas del castellano al quechua?. Son para analfabetos, o para los que

saben leer y escribir?. Es natural que es para los último s; pero es lógico

creer entonce s que

prirner~rnente

es necesario aprender a leer en

Cll·~·

tell i\no, mientras que los dialectos tengan alfabeto respectivo, ¡;mesto

que para el efe cto de la pronunciación se adapta el alfabeto ca,tellano, y

entonces prel'e1 ible es no ir a lo s dialectos. Además, cuando se educa al

indí~ena,

¡:¡or ejemplo, el fin es que salga de su medio, sustrayendolo

indir€ctarnente, y relacionándolo con la

soc_ied~d.

sin suponerlv ser,es

condenados a quedarse sumidos unicarnente en su medio, sin salir para

nada,

~ino

cuando la Patria lo solicite y se le recluta para el servicio

militar. Esto es lo que hemos permitido hasta ahora, y no se ha hecho si·

no contemplar pasivamente que los And es sea una fábrica ina¡¡-otable de

soldados.

Un medio eficaz de rPla.:ionar al indígena seria enseñándole el

idioma ofi cial. Pensemos con Valcárcel y su noble anhelo: "De los Andes

irradiará la cultura": "De los Andes tiene que nacer, corno nacen los

rios, la

1

en ovación que transformará al Perú".

El con traste al que hacía referencia consiste, pues, en que si hay y

hubo escritores y gramáticos qu echuas, pocos y muy pocos son empero

los autores de Gramática Castel

!a.na

nacion'alel'; entre ellos: el Dr. Monto-