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- 17-

Como se vé, no es más que un per·fecto d.iale.cto; . tíene alguo·as

~ala­

bros del castell ano; y, a pesar de la traducción bien hecha, su escritura

demanda mas tiempo q ue en castellan0 por su dificultad fa·rragosa con

esa eufonía alemana. A mas de sustantivos, emplea conjunciones, c0mo:

U, ni etc. En

vez.

d e la doble ce usada en Ayacueqo, la

jj

doble proti.unda

y

guturalízada; doble rr para la terminaeión de los gerwndios· y sil

y

a

manera de

angli ci~rr.

o. Por ca recer de g-uturaciones, aspiraciones,

y

ex·

plociones de la lengua del Cuzco y por razón fonética, Fe hace la termina·

ción en

jj

J!lrofunda en

vez

de k; así sería "cushicuyniyojj" t!n el N0rte,

"cu , icuy niyr

k"

en el Su r. Así surge la varhción clialectal: ricasl:lequi"

y

' ¡icatrraiqui" de nnrte a sur.

En cuanto a ·la acentuación prosádica, la regla es hacer grave la

palabra, salvo de estar

~centuada

conwencionalmente en la escritu;;,; sila–

ba disti:Jta, lo que dá lugar inn ega blemen te a un fenómeno de influenda

fonética, óriginanclo giros y tonalidad es r e¡¡- ionales reflejadas eu el caste·

llano que varían al infinito

Ahora bi en, citemos otro ejemplo del

verso

del padre José Pacífico

J0rge, del convento de Ayacuch o y autor de "Melodías Religiosas en Que–

chua", del que se infiere qu e el padre Jorge es eximio dialectista; pero. no

puecle ser u aténtico y profundo quechuista (español), puesto qu e no ha

oac1uo con é l ni en él:

Much ailn1sccaiqui.

Apu, J es ucristo,

Chai hostiamanta ccahuarimullahuay:

Rurascaiqui hu accha -runaiquita.

En

es~e

dialecto aya cuchano es notable el predominio e ufon ico de

11,

y

el sonido suave de r ai principio y medio de dicción, as i como el

n

tural de ce; la

1

tóni ca equivale a doble

ii;

como en "ari", bueno

(o

~í) .

que varía según las r egion es; "au", "au ricui"

y

~u

e puede influir

de diverso modo .

En la escritura tiene al1<unos signos sonidos convencionales; por

tal, tenemo> que aceptar como valedera la afirmación del padre Jorg-e

cuando dice "Que la experiencia nos enseña que e l qu echua (o dialecto)

no ti ene form a fija de expresió n en su escritura". I para justifica r la adop–

ción del alfabeto castell:o no agrega: "hay que

acom odar~e

seg un el dialec–

to de cada lugar; y siendo e l español el da más afinidad en la pronuncia–

ción, hemos adoptado las sabias experiencias de nuestro expenmentado

Ráez".

El padre J o,::é María Ráez, huancaino y del mismo Conve nto. efec–

tivamente ha revelado en su Gramáti ca Quechua-huanca

y

de Ayacucho

las v:;riaci ones y diferencias mas insignificantes de ambas secciones:

Huancayc

y

Ayacu r ho, pn; eba que ra tif1ca que en lo que ellos llaman

quechua tampoco se hall an de acuerdo, no obstante

1:;

proximidad de los

lugares

y

a pesar de sus autorizadas palabras, comenzando a discrepar

pol'

el

nombre de la leng"ua; unos dicen

quechua,

otros

keshwa y