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-11.-

bre! qu echuas o aymaras a los diferentes lu¡,:ares a medida que llell·a–

ban o invadían en busca de tierras. E l quechua cuzqueño se habla en

Quito y algunos put blos de otros países vecino;:; pero "n todas partes

ha sido comb atido

y

di suelto por el caste ll ano.

Para fun da mentar Psta afirmación me valdré de algunas c1nclusio–

de Ricardo Rojas e n su «Eurindia•, qne resumiendo los fe nómenos lin–

güísticos, lle¡¡-a a las

siQ"uiente~ :

" l o. Que hubo en toda la América difu–

sa poli¡llotía precolombina, cuyas vo ce¡¡ han qu ed ada en Toponimia o

en la nome ncl atura botáni ca

y

zooló¡¡-ica de las

regio ne~;

2o. Conviven–

de l castellano con idiomas aborí¡;renes de los cuales tenia nuemerosos

vocablos para us os

y

costumbres

l o ca le~;

3o. Rápida extinción de las len–

guas vernácu las me1>os importante s

y

predominio del quechua, huaaní,

araucano etc., ad optado por Sín odos

y

Concilio s eomo lenguas mas aptas

(en esos

tiempo ~)

para la conversión de los indios al Cristianismo;

4o. Caracterización de un habla vulgar en las campañas provenientes del

romance medioval densamente imp rP ¡¡nado de folklore aboria·en; 5o. Pau–

latina extin ción de las len¡zuas americanas mas ¡¡e nerales por la difusión

democrática de la pren sa, la educ aci ón primaria y servicio militar obli–

g atori o; 6o. Sobrevivencia del cast ell ano culto en las ciudades como

lengua literaria y políti ca de las naciones hispano-americanas; 7o. Con–

taminación del castellano moderno por la inmilj!'ración co smopolita

y

la

cultura universal, en co::flicto con el castecismo académico".

Como se puede obs ervar, estos fenómenos son tan aplicables al

P@rÚ , cotando nos referimos al ritmo ascensional del caste ll ano, puesto

qu e dichos fenómen os se reprodu cen con asombroso sincron ismo en

toda Sud América.

E l fi lólogo Selva corroborando a Ricardo Rojas, cree quP la influ en–

cia ejercida por idiomas autócton os

y

p or los o tros factores qu e han

tenido acción sobre el castellano en la Argentina y paises de América

del sur, inii uencias que por ser de origen reg-ion al o refluir a los otfos

pai~ es

hispano- americanos no alcanzan ni alcanzarár. nunca debtruir la

unidad del habla castell ana". E stv mismo cabe decir en el Perú.

Hay cálculos además que prueban que han desaparesido al rededot•

de .doscientas habla>' precolombinas y siguen desapareciendo en Amé–

rica, ree·nplazados por el castella no, como lo hizo, el latín durante el

Imperio Romano con las hablas locales de Europa.

Si, pues;si

h~y

algo que admirar en toda conqu iota , espec ialmen te

en la nuestra, es acaso ese trasplante filológic o que adquiere léxico, se–

mántica y prosodia peculiares, que por re sponder a otra psi cología. se

se aparta de

1~

construcción ran ciame nte española, por que ellos, corno

nosotros, no lo han creado tampoco e l íd ioma, si no que adqui ere matiz

regional con el vilj!'or pujante de la raza americana; diremos que es un

nuevo latín, como son los otr'Js idiomas, para expres'lr confo rme nol'

convenga por caracter

y

género de vida distintos.

Si es como cree Ricardo Rojas

y

otros que el porvenir del castellano

en América sería desaparecer, evo lucionando o metamorfoc:eando en

otro superior, mucho antes tendrá que cumplir esta ley fatal la vida de

los dialectos quechuas. En sus "g·áuchescos" a l referirse a las lenguas:

quechua , huaraní. araucano y otras dice que: "después de enriq uecer el