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bre! qu echuas o aymaras a los diferentes lu¡,:ares a medida que llell·a–
ban o invadían en busca de tierras. E l quechua cuzqueño se habla en
Quito y algunos put blos de otros países vecino;:; pero "n todas partes
ha sido comb atido
y
di suelto por el caste ll ano.
Para fun da mentar Psta afirmación me valdré de algunas c1nclusio–
de Ricardo Rojas e n su «Eurindia•, qne resumiendo los fe nómenos lin–
güísticos, lle¡¡-a a las
siQ"uiente~ :
" l o. Que hubo en toda la América difu–
sa poli¡llotía precolombina, cuyas vo ce¡¡ han qu ed ada en Toponimia o
en la nome ncl atura botáni ca
y
zooló¡¡-ica de las
regio ne~;
2o. Conviven–
de l castellano con idiomas aborí¡;renes de los cuales tenia nuemerosos
vocablos para us os
y
costumbres
l o ca le~;
3o. Rápida extinción de las len–
guas vernácu las me1>os importante s
y
predominio del quechua, huaaní,
araucano etc., ad optado por Sín odos
y
Concilio s eomo lenguas mas aptas
(en esos
tiempo ~)
para la conversión de los indios al Cristianismo;
4o. Caracterización de un habla vulgar en las campañas provenientes del
romance medioval densamente imp rP ¡¡nado de folklore aboria·en; 5o. Pau–
latina extin ción de las len¡zuas americanas mas ¡¡e nerales por la difusión
democrática de la pren sa, la educ aci ón primaria y servicio militar obli–
g atori o; 6o. Sobrevivencia del cast ell ano culto en las ciudades como
lengua literaria y políti ca de las naciones hispano-americanas; 7o. Con–
taminación del castellano moderno por la inmilj!'ración co smopolita
y
la
cultura universal, en co::flicto con el castecismo académico".
Como se puede obs ervar, estos fenómenos son tan aplicables al
P@rÚ , cotando nos referimos al ritmo ascensional del caste ll ano, puesto
qu e dichos fenómen os se reprodu cen con asombroso sincron ismo en
toda Sud América.
E l fi lólogo Selva corroborando a Ricardo Rojas, cree quP la influ en–
cia ejercida por idiomas autócton os
y
p or los o tros factores qu e han
tenido acción sobre el castellano en la Argentina y paises de América
del sur, inii uencias que por ser de origen reg-ion al o refluir a los otfos
pai~ es
hispano- americanos no alcanzan ni alcanzarár. nunca debtruir la
unidad del habla castell ana". E stv mismo cabe decir en el Perú.
Hay cálculos además que prueban que han desaparesido al rededot•
de .doscientas habla>' precolombinas y siguen desapareciendo en Amé–
rica, ree·nplazados por el castella no, como lo hizo, el latín durante el
Imperio Romano con las hablas locales de Europa.
Si, pues;si
h~y
algo que admirar en toda conqu iota , espec ialmen te
en la nuestra, es acaso ese trasplante filológic o que adquiere léxico, se–
mántica y prosodia peculiares, que por re sponder a otra psi cología. se
se aparta de
1~
construcción ran ciame nte española, por que ellos, corno
nosotros, no lo han creado tampoco e l íd ioma, si no que adqui ere matiz
regional con el vilj!'or pujante de la raza americana; diremos que es un
nuevo latín, como son los otr'Js idiomas, para expres'lr confo rme nol'
convenga por caracter
y
género de vida distintos.
Si es como cree Ricardo Rojas
y
otros que el porvenir del castellano
en América sería desaparecer, evo lucionando o metamorfoc:eando en
otro superior, mucho antes tendrá que cumplir esta ley fatal la vida de
los dialectos quechuas. En sus "g·áuchescos" a l referirse a las lenguas:
quechua , huaraní. araucano y otras dice que: "después de enriq uecer el