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juicio para r-esponder de su conducta, "que

parecía envuelta entre los misterios de la

cobardía y de la traición en las operaciones

que había dirigido durante la campaña con–

tra el ejército de Gamarra".

Urdininea, mellado en su honor y ·en su

prestigio y avergonzado por cargos tan gra–

ves, prefirió retirarse a la vida privada

después de haber publicado, en noviembre

de

1828,

una enérgica "Exposición", en la

que s-e vindicó de la terrible inculpación

hecha por el Mariscal Sucre.

Diez años vivió en una de sus haciendas,

triste y decepcionado, hasta que vino a sa–

carlo de su aislamiento un llamado del pre–

sidente Santa Cruz, en

1838,

incorporándo–

lo al -ejército para que tomase pa11e en la

última fase de las campañas de la Confe–

deración. En efecto, combatió en Yungay

como jefe de las fuerzas de caballería del

ejército confedera!. Después d·e la derrota,

volvió al país. Dos años más tarde, invi–

tado por el presidente Ballivián, desempe–

ñó la cartera de Guerra y la Secretaría Ge–

neral durant-e la campaña de lngavi.

Finalmente, después de haber gobernado

el país durante tres meses, en

1842,

con–

currió a las legislaturas de

1844

y

46

co–

mo senador por el departamento de Cobija;

pero cuando, en

1849,

asumió la Presiden–

cia el general Belzu, éste lo alejó dándole

el cargo de Jefe Superior Político y Militar

d-el Departamento de Santa Cruz. Descon–

fiaba, sin duda, de la lealtad de Urdininea,

ardiente partidario y colaborador del ex

presidente Ballivián.

Pero el sucesor de Belzu lo llevó nue–

vamente a la cartera de Guerra, en

1855,

último cargo que desempeñó el benemérito

general, ya que, cargado de años y achacoso

de salud, se retiró de toda actividad públi–

ca después de haber llegado a ser Mayor

General y coronel de los ejércitos del Perú,

Argentina y Chile.

Murió en la ciudad de La Paz, el 4 de

noviembre de

1865.

GENERAL EUSEBIO GUILARTE

(1805- 1894)

En diciembre de

1847,

el general Balli–

vián trasmitió la presidencia de la .Repú–

blica al general Eusebio Guilarte, cuyo in–

terinato duró demasiado poco.

A los diez días de haberse hecho cargo

del mando supremo descubrió, en Sorasora,

el plan de una formidable conspiración en

la que estaban comprometidos los principa–

les jefes del ejército. Estallada ésta, Gui–

lart·e tuvo que fugar al Perú.

He aquí una síntesis de la información

que publicó más tarde sobre este suceso:

"No pudiendo contar para nada con un

ejército inmoral que de un momento a otro

podía convertirse en un elemento de des–

orden y de anarquía, pensé que más temor

y cuidado me causaba el ejército de Oruro,

que uno de Jerjes que viniera a luchar fran–

camente, y traté de disolver el ejército ex–

pidiendo un decreto que pusiese fin a esta

situación tan dolorosa para el país.

"Algunos j.efes me observaron que la tro–

pa licenciada cometería desórdenes en los

pueblos. No pasaron dos horas de esta con–

versación, cuando se me dió noticia de ha–

berse sublevado el ejército ·en el reducto de

Oruro. Monté a caballo con algunos ede–

canes, me dirigí a la Fortaleza. Así que me

vieron rompieron fuego, lo cual me obligó

a salir al campo, a distancia de una legua,

de donde preferí regresar a la ciudad en

alta noche y tomé un asilo en ella; allí per–

manecí hasta el 8 de enero, en que·dejé mi

patria y me dirigí al Perú, para esp·erar en

el ·extranjero la calma de los sucesos

y

vcl-

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