Debido a estas circunstancias, no asistió
a la batalla de Yungay, que puso fin a la
Confederación. "Hubiera preferido mil ve–
ces llamar a Ud. a esta campaña -le es–
cribía Santa Cruz-, porque su espada era
más necesaria, pero su mala salud se lo ha
impedido, y ya no es tiempo . . . Pero re–
pito a Ud. que me hizo falta ... "
Llamado por
.el
comando de un cuerpo
militar, en septiembre de 1841, Ballivián,
que se hallaba en el Perú, pasó el Desagua–
dero. En Tiahuanacu expidió un decreto
asumiendo la suma de poderes hasta que se
reuniera una Convención Nacional, y el
mismo día ( 27 de septiembre) hizo su in–
greso en la ciudad de La Paz, a la cabeza
de las tropas que le proclamaron Capitán
General y Jefe Supremo del Estado.
Y como el ejército peruano traspasara la
frontera, el 2 de octubre del mismo año,
Ballivián se le enfrentó, pese a la inferio–
ridad de sus fuerzas. Y después de cuar·enta
días de campaña, obtuvo la más gloriosa,
la más decisiva victoria militar que imagi–
narse pueda:
lngavi.
Supo mostrarse como
el gran general que hacía falta en aquel
momento, y ayudado por el patriotismo
de todos los bolivianos, unidos -en la hora
del peligro, salvó a la Patria de ser absor–
bida por el Perú. Por ello se le ha conside–
rado como el
segundo libertador.
Y en bue–
nos términos, basta este hecho para glorifi–
car su nombre.
Para as·egurar la paz y evitar una nueva
agresión, avanzó hasta Puno, el 4 de enero
de 1842, a la cabeza del ejército. Durante
su ausencia, el gobierno de la nación fué
ejercido por el Consejo de Ministros presi–
dido por el general José María Pérez de
Urdininea. El 22 de abril lo reasumió Ba–
llivián, para luego firmar el tratado de
Puno poniendo fin al conflicto con el Perú.
Como gohernante no sería menos.
A su vuelta del Perú, se dió a reorganizar
la administración pública, cuyo primer re–
sultado fué el aumento de las rentas na–
cionales en un cincuenta por ciento. Hizo
explorar los territorios del Oriente, del Nor-
oeste y del Sudeste, muy especialmente los
ríos Pilcomayo y Bermejo, así como el lago
Poopó. Con el objeto de facilitar
el
viaje
al puerto de Cobija, y para la travesía por
el desierto, compró una partida de came–
llos. Creó el departamento
Beni.
Impulsó
la constlucción de caminos. En materia de
instrucción implantó un plan compl·eto de
enseñanza dividiéndola en tres ciclos: pri–
maria, secundaria y facultativa, conforme
al sistema francés,
y
fomentó el desarrollo
de publicaciones y prensa. En el ramo de
guerra, promulgó el "Código Militar", fun–
dó un Colegio Militar y reorganizó las guar–
dias nacional·es.
Se ha dicho que su gobierno se caracteri–
zó por su despotismo militar. Los tiempos
lo exigían. Por lo demás, con él actuaron
hombres de saber y de probidad. En diciem–
bre de 1847, frente a la conspiración, ge–
neralizada en el país contra su gobierno,
renunció la presidencia en manos del ge–
neral Eusebio Guilarte y abandonó el terri–
torio nacional. Después de cinco años de
permanencia en Chile, pidió asilo a sus
enemigos del Perú y éstos se lo negaron.
Su situación económica hacíase cada vez
más difícil.
y
es entonces que, al decir de
Arguedas, "herido, agraviado, sin recursos,
vió que todas las puertas se le cerraban.
Y hubo de r·esolverse a vender la única
prenda de valor simbólico para él, que con–
servaba con cariño como el mejor legado
a sus hijos, y enajenó la espada de campaña
que blandiéra en la batalla libertadora de
lngavi, arma modesta y sin más valor que
la inscripción altiva de su hoja".
Resolvió irse a Buenos Aires, donde se
le proporcionaba un ambiente tranquilo y
de donde le llamaban algunos miembros de
su familia. Embarcóse en el velero "Boli–
via", dirigiéndos-e, por Panamá, a Río de
J aneiro. Aquí permanecería algunos días
para descansar de las fatigas del viaje,
aguardando los recursos pecuniarios que
había pedido a Buenos Aires para. seguir
viaje. Pero allí estaba el final de su des–
tino; en J aneiro. El gran ciudadano murió
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