el 16 de octubre de 1852, asistido por una
hermana de la caridad.
En 1855, ordenóse la repatriación de sus
restos. La orden fué cumplida en 1893.
GENERAL JOSÉ MARiA PÉREZ DE URD!ININEA
(1784- 1865)
Vaiv-enes políticos y sucesos internacio–
nales llevaron al general Urdininea a des–
empeñar la primera magistratura de la Re–
pública en dos ocasiones, aunque en forma
interina: la primera, a raíz del motín del
18 de abril de 1828; la segunda, cuando
el presidente Ballivián realizó la campaña
del Perú, después de lngavi.
Gravemente herido en el motín de Chu–
quisaca, el Mariscal Sucre deJ.egó el man–
do supremo al presidente del Consejo de
Ministros, en aquel momento el general
José María Pérez de Urdininea, qui·en go–
bernó el país desde el 4 de mayo hasta el
3 de agosto, tiempo durante el cual tuvo
lugar la primera invasión peruana a Bo–
livia.
Trece años más tarde, cuando
d
general
José Ballivián tuvo que invadir territorio
peruano para buscar la paz con ese país,
después de lngavi, organizó un Consejo de
Gobierno, con Urdininea a la cabeza, para
que se hiciera cargo del mando d·e la na–
ción durante su ausencia: del 3 de enero
al 22 de abril de 1842.
El general Urdininea fué uno de los mu–
chos patriotas que contribuyeron con su
inteligencia y su brazo a la libertad, no sólo
del Alto Perú, sino también de las provin–
cias argentinas, pues allá fué considerado
como "la primera lanza de la pampa", al
decir del mismo general San .Martín.
Nació en Luribay, el 31 de octubre de
1784, e hizo sus ·estudios en La Paz y Chu–
quisaca.
Habiendo sobrevenido los movimientos
libertarios de 1810, se alistó
e~
el regimien–
to de caballería que organizaba en Cocha–
bamba el coronel Pedro Zelaya, y cuando
éste se unió al primer ejército auxiliar ar–
gentino que, en 1811, llegó al Alto Perú,
tuv:o su bautismo de fuego en la batalla de
Guaqui. Urdininea fué gravemente herido;
pero lo transportaron juntamente con los
jefes argentinos que se retiraban hacia sus
provincias. Restablecido ya, pasó a formar
en las filas de los guerrilleros de Rondeau
y de Güemes. Allí, en las pampas argenti–
nas, vivió la mayor parte de su juventud,
entregado a la causa de la revolución eman–
cipadora. Entre 1811 y 1821, concurrió a
más de treinta acciones de armas, ga–
nando uno por uno sus grados militares.
Diestro y cauto en la emboscada, audaz y
temerario en el asalto, impetuoso en el
choque, Urdininea fué uno de los más .re–
nombrados jefes montoneros de la época
gloriosa.
Constituída la R-epública, ésta le premió
con el grado de general de brigada. El pri–
mer cargo político que le tocó desempeñar
fué el de prefecto de Potosí, hasta enero de
1826, año ·en que concurrió a la Asamblea
que se reunió en Chuquisaca y de la que
fué su Vicepresidente. Terminadas sus la–
bores legislativas, Sucre le encomendó la
cartera de Guerra. En ejercicio del mando
de la República, por impedimento de Sucre,
dirigió la campaña provocada por la inva–
sión peruana al territorio patrio. Mas, co–
mo tuviera la debilidad de entrar en acuer–
dos diplomáticos con el jefe peruano y
aceptar sin réplica el vergonzoso pacto de
Piquiza, que le trajo el desprestigio ante la
opinión pública boliviana, el Mariscal Su–
ere, antes de alejarse de Bolivia, expidió el
decreto de 2 de agosto de 1828, disponiendo
que el general Urdininea fuera sometido a
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