"En el año del Señor de Mil Setecientos
Noventa y Dos, en Cinco de Diciembre, yo
el Doctor Don Antonio Nicolás de Olivera,
Canónigo de Merced de esta Santa 1glesia
Catedral de la Ciudad de Nuestra Señora
de La Paz, con licencia Parroquial, bauticé
a un niño recién nacido, español, hijo legí–
timo del Maestro de Campo Don ]oseph
Santa Cruz y Villavicencio y de doña Jua–
na Basilia Calahumana, púsele por nombre
JOSEPH ANDRES, fué su padrino el Señor
Don Baltazar Reque, Canónigo Doctoral,
Provisor y Vicario General de este Obispa–
do y para que conste lo firmo.-
DocTOR
ANTONIO
NICOLÁS DE OLIVERA".
Tal dice la partida de bautismo. Prove–
nía de dos troncos nobles: del español y del
indígena. Por la rama paterna
d·~scendía
de una vieja sangre hidalga; su bisabuelo,
hidalgo ejecutoriado, fué Secretario del
Príncipe-Virrey del Perú, Santo Buono; su
abuelo casó con una hija de don Jerónimo
de Villavicencio y Granada, descendiente
de don Francisco Joseph de Villavicencio,
que fuera nombrado Virrey del Perú, sin
haber ejercido el cargo. Por línea materna,
se vinculaba a la nobleza incaica, pues per–
tenecía a la progenie de Atahuallpa.
Santa Cruz aprendió las primeras letras
en La Paz, trasladándose después al Cuzco,
para ingresar en el Seminario Conciliar y
la Univ·ersidad Pontificia de San Antonio
Abad, donde cursó su·s estudios de Huma–
nidades y Filosofía. En 1809 incorporóse
al regimiento de Dragones de Apolobamba,
comandado por su padre. Desde julio de
1811, fué ayudante del general Goyeneche,
con el grado de alférez. Tomó parte en las
batallas de Amiraya, Vilcapugio y Ayohu–
ma, después de las cuales ascendió a tenien–
te; luego concurrió al combat·e de Ventai–
media. Su brillante comportamiento en la
acción de Viloma le hizo acreedor al grado
de capitán. Más tarde se distinguió en la
batalla de Aucapuñima y en la acción de
Arpajo, donde se ganó los galones de te–
niente coronel. Cayó prisionero de los pa–
triotas en la batalla de La ·Tablada, y en-
viado al confinamiento de Las Bruscas, al
sur de Buenos Aires, logró fugar y resti··
tuirse a las filas realistas para caer nueva–
mente prisionero en la batalla de Cerro de
Paseo.
El 6 de diciembre de 1820, después de
reflexionar sobre la suerte de su país, se
incorporó al ejército patriota comandad()
por el general San Martín. En este nuevo
frente prestó servicios importantes. Ascen–
dido a coronel por su victoria de Otuzco,.
fué también condecorado con la Orden del
Sol. Su participación decisiva en la campa–
ña del Ecuador y en la victoria de Pichin–
cha, donde desempeñó papel de gran im–
portancia, trajéronle un otro grado: Gene–
ral de Brigada de Colombia, por decreto dd
Libertador de 13 de junio de 1822.
Al año siguiente, le confió el gobierno
del Perú la campaña de los Intermedios,
poniéndole a la cabeza de siete mil hom–
bres. Se enfrentó y derrotó, en Zepita, a las.
tropas del general realista Valdez. Un año
después, ya jefe de Estado Mayor del Ejér-·
cito Libertador, tomó parte en la batalla de
Junín, el 6 de agosto de 1824. El Presiden–
te peruano, Riva Agüero, le ·otorgó el grado·
de General de División. Y, por su parte, el
Libertador, el de "Gran Mariscal de Zepita,
el 22 de enero de 1825.
Así, pues, la
s~ya
fué una carrera mili–
tar fulgurante. Sus actos como go"bernante·
vendrían a revelar otra brillantísima face-·
ta de su personalidad.
El 30 de julio d·e 1829, contrajo matri-·
monio con doña Francisca de Paula Cer-·
nadas y de la Cámara.
Llamado al gobierno de Bolivia, Santa
Cruz inauguró su gestión' con un
estatuto
provisorio,
en reemplazo de la Constitución
que había sido despedazada por el ajuste·
de Piquiza. Su administración tuvo el sello·
dominante de la actividad permanente.
Fundó las universidades de La Paz y Co- ·
chabamba, implantó en su ciudad natal el
Colegio de Artes y estimuló la instrucción
primaria. Saneó la hacienda pública, cuyas
r·entas crecieron considerablemente. Organi--
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