Table of Contents Table of Contents
Previous Page  284 / 554 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 284 / 554 Next Page
Page Background

la culpa de deliberadas transgresiones cons–

titucionales, el 1·ecurso acusatorio llevaba

implícita la finalidad de anularlo políti–

camente.

El

29

de enero de

1932,

el ex-pr·esiden–

te se presentó en la Cámara y, en una at–

mósfera caldeada por la pasión, asumió su

defensa vigorosa, vibrante. Y la acusación

prosperó.

La · caída de Hernando Si1es y del ''na–

cionalismo" fué seguida por una intermi–

nable secuela de odios. Los saavedl'istas no

le perdonaban la infidencia política; el

pueblo estaba dolido todavía por las violen–

cias del año precedente. En -las cámaras se

acusó al ex-gobernante, imputándosele in–

fracciones constitucionales y malversación

de fondos. Le defendieron, el 7 de abril d0

1932,

sus colaboradores Enrique Baldivie–

so, Javier Paz Campero, Carlos Salinas

Aramayo y Max Atristaín. Empeñosa y ve–

hemente defensa de una causa perdida de

antemano. Allí sobresalió, y con relieves

destacados, la m'ás difícil de las virtudes:

la amistad política y el coraje civil en una

hora de generales acrimonias contra el

caído.

La acusación prosperó. Pasó al

Sena.do

Nacional y de allí a la Corte Suprema de

Justicia.

Y luego la tercera acusación. Fué contra

el vioepresidente de la República, José Luis

Tejada Sorzano, a quien se tachaba de ha–

ber ejercitado influencia, p-revia remunera–

ción económica, para la concesión de "un

millón de hectáreas petrolíferas a determi–

nada compañía". El acusado se defendió

con docull).entos y rebatió las imputaciones

que se le formulaban.

Con Salamanca, a pesar de que el Vice–

presid·ente era un ciudadano liberal, subió

al poder la rama desprendida de la Unión

Republicana en

1920,

año desde el cual se

mantuvo en la oposición. Eran los "ge–

nuinos".

La crisis económica, agudizada con la

paralización de varias empresas mineras y

la c·esantía de sus trabajadores, culminaba

en un descontento social caudaloso, que

minaba las bases del gobierno, sin grandes

iniciativas para solucionar el conflicto in–

terno. La primera tabla de salvación, la más

fácil de todas, fué ver fantasmas comunis–

tas en el país, agitando a los ocupados y

los desocupados. Con este motivo, el más

demócrata de los gobiernos, presentó al

Parlamento un proyecto de Ley de Seguri–

dad del Estado, que fué calificado como

"ley mordaza". Para no verse frente a la

opinión púhli€.9. censurante, el parlamento

lo discutió en sesiones reservadas, mientras

la alarma popular crecía de punto.

Se aprobó en este tiempo la ley de di–

vorcio absoluto, y se la puso en vigencia.,

fr·ente al aplauso de unos y a la rechifla de

otros.

A mediados del año

1932,

las negocia–

ciones internacionaJes para evitar la lucha

armada en el Sudeste entraron en un terre–

no muerto. Paraguay quería ocupar posi–

ciones controladas por Bolivia. De pronto.,

hacia el mes de julio, llegaron las primeras

noticias del incendio. El gobierno, tamba–

leante en ese minuto a causa de problemas

económicos y sociales no resueltos, cobra–

ba solidez -gracias a factores insospecilados.

El

15

de julio de

1932,

se efectuaba en

La Paz un baile dado por los Amigos de la

Ciudad en honor de las bellezas nacionales

participantes en un concurso. Con las no–

ticias divulgadas esa noche, del peligro in–

ternacional desencadenado, se reunió en la

Plaza -la Plaza de los grandes sucesos de

Bolivia-, una gigantesca multitud, que re–

corrió en manifestación las calles y llegó

hasta la puerta donde se realizaba la fies–

ta: la IV Feria de La Paz. Impidió que ella

continuara, porque no era oportunidad de

distracciones frívolas cuando en el lejano

Chaco

~poco

conocido, pocd estudiado-,

los hi.jos del país defendían el territorio

nacional a costa de su sacrificio.

Con la nueva realidad, que golpeaba el

alma nacional, hizo un alto la pugna de in–

tereses. El país todo uniformaba· su senti–

miento en torno de la· lucha surgida. La

238