volcó sobre las calles, pidiendo que se le
armase, que se le uniformara y que se le
guiase.
El Presidente Siles, con una previsión
que jamás debe olvidarse, evitó la lucha
armada. El Paraguay, condenado como pro–
vocador del incidente, reconstruyó el for-
do de 28 de mayo, por renuncia del Presi–
dente ante el Consejo de Ministros. El nue–
vo gobierno convocó a ·elecciones para una
constituyente. Total: una comedia para pre–
parar la reelección.
El Consejo de Ministros y los gestores
de la reelección olvidaron al pueblo.
Y
el
. El presidente, doctor Bautista Saavedra, con su primer Gabinete
tín boliviano. El peligro había pasado por
el momento, pero no había desaparecido.
Mas'la nerviosidad sirvió para que las elec–
ciones municipales de 1929 no se efectua–
ran. No hubo renovación de ediles sino
meses después.
El
15
de enero se inauguró el estadio
"LP" l.
'd
a az , e pnmero que se pose1a e pro-
porciones grandes, por lo menos para aque–
llos tiempos. Fué, lo sabe el pueblo, una
obra de esfuerzo departamental, hecha con
empréstitos que La Paz está pagando aún,
caso semejante al de la pavimentación de
la ciudad.
,
En el plano político, el pueblo interve–
nía afiliado en los partidos; pero sin poner
en ellos ni desmedida ambición, ni encono
excluyente.
Por entonces nació el partido nacionalis–
ta, que actúaba al amparo del calor oficial.
Y el año 1930 sobrevino
el
golpe de Esta-
pueblo no estaba conforme con los acuerdos
de conciliábulo. Se produjo, como siempre
había sucedido, la persecución y el apresa–
miento de opositores, estudiantes y de cuan–
tos osaron gritar su convicción democrática.
Las cartas, nuevamente, estaban exten–
didas. El Consejo de Estado, por servir a
sus fines reeleccionistas, parecía hacer to–
do lo posible para interferirlos. Usaba el
rigor, la indiscriminada rudeza en la re–
presión de las id·eas contrarias. El choque
no debía tardar. El 20 de junio de 1930,
se efectuó la acostumbrada retreta matinal
en la Plaza Murillo: el .sitio donde se pro–
tagonizaron los actos más definitivos para
el rumbo de la historia de Bolivia. Termi–
nada la audición, se formaron grupos de
estudiantes, extendieron una bandera na–
cional e iniciaron una manifestación anti–
rreeleccionista. Los hombres fueron aumen–
tando en las filas universitarias. La policía
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