ra acabado completamente la instalación
del Hospital General, fueron trasladados a
sus pabellones los enfermos del Lazareto,
del Hospital Landaeta y del Hospital de
Mujeres. La primera sala que pudo habili–
tarse, fué ocupada desde ·el
24
de octubre
de
1919.
Los trabajos iniciados en
1908,
se terminaron en base a un empréstito co–
locado en el Banco de la Nación Boliviana.
Esta nueva casa de salud poseía todas las
condiciones indispensables para centralizar
allí a los enfermos que se asilaban en tres
edificios distintos.
El mismo año, dependiente del Ministe–
rio de Instrucción y dirigido por Arturo
Posnansky, se refundieron el Museo Tia–
huanacu y el Mineralógico, con el fin de
servir a la tradición india del país y a su
expresión industrial definidora.
Después de la experiencia alcanzada
con el avión Bleriot, se dejó un lapso sin
intentar una nueva prueba. Había caído
también en esta empresa, el aviador Aldo
Barbar9
1
~ornaro.
Era todavía el gobi·erno
de -Cuti6rrez Guerra, cuando con un avión
Curiis adquirido de los EE. UU., tipo tri–
plano, se preparó el nuevo ensayo, para lo
cÚal se contrataron los servicios del avia–
dor Donald Húdson y del mecánico W.
Birren. A las cinco y media de la tarde del
17
de abril de
1920,
El Alto de La Paz
estaba colmado de espectadores, que habían
subido con anticipación para presenciar el
primer vuelo. La m'áquina se elevó, remon–
tó sobre la ciudad y
re~lizó
algunas acro–
bacias, las más audaces de es·e tiempo. El
aterrizaje fué normal. Se aplaudió al · pi–
loto y al mecánico. Batióse ese día el re–
cord de altura con una elevación hasta
8.294
metros.
El
23
de junio de,
1921,
con el nuevo go–
bierno revolucionario se fundó la primera
escuela de aviación en El Alto, donde ya
se había derrotado el mito de la altura.
El entusiasmo producido por la aviación
y la prueba de Hudson se tradujeron en
colectas pópulares para la compra de nuevas
máquinas. El millonario Simón Patiño oh-
sequió al país dos aviones, que fueron en–
tregados oficialmente el
3
de abril de
1921.
Ese día, el pueblo subió nuevamente a El
Alto. Una .de las máquinas, tripulada por
Bourdon y Fernández, después de haber
despegado normalmente y de evoluciones
felices en el aire, se estrelló en tierra, en
medio de la multitud que espectaba la nue–
va hazaña·. Murieron 15 personas y los dos
tripulantes y hubo heridos.
Sólo después, años más tarde, se hizo
efectiva la instalación de la Escuela de
Aviación y los vuelos se hicieron normales,
contando siempre con la devoción del pue–
blo, que
ad~vinaba
la presencia de un im–
portante factor de progreso.
Cada período de la historia de Bolivia
tiene una característica distintiva. Algunas
veces, se peculiariza por la solicitud de
pertenencias mineras y sus consiguientes
r·encillas y pleitos; otras, por la concesión
de estradas gomeras o la formación de
grandes latifundios improductivos; tam–
bién hubo alguno que se destacó por la pro–
liferación de propuestas al Estado para
diversas obras o para simples negocios par–
ticulares. Hacia
1922,
se producía el con–
trabando de cueros de chinchilla y d·e vi–
cuña, apreciados por la elegancia femenina
de los países extranjeros; y se perfecciona–
ban las concesiones de pertenencias petro–
líferas.
Y este período fué también el de la exal–
tación de las masas y de la iniciación de
las leyes sociales, que apuntaban en algu–
nos asp·ectos del problema del capital y del
trabajo.
La Convención reunida en La Paz, había
elegido presidente Constitucional a Bautis–
ta Saavedra. Fué un par,lamento frente al
cual se encontraba la rama disidente de la
Unión Republicana, que empezó a diferen–
ciarse con el nombre de "Partido Republi–
cano Genuino". La rama gubernista fué re–
publicana a secas, para canalizar, un poco
más tarde, en el Partido Republicano So–
cialista.
El gobierno, combatido incesantemente
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