apreciable: entrega de edificios, calles, par–
ques, pavimentos y monumentos1; estr·eno
del hipódromo. Una ópera lírica actuó en
el teatro municipal, CQmo lo hiciera tam–
bién en
1909,
al conmemorarse el primer
centenario del
16
de julio de
1909.
La
presencia de las embajadas especiales, los
actos oficiales, las recepciones, los banque–
tes, imprimieron a esos días una animación
extraordinaria. S.e mostró la potencialidaa
del pueblo que consiguió modificar la fi–
sonomía de la ciudad de La Paz; pero esta
transformación venía operándose desde la
fundación de la República, como el signo
inconfundible de la tenacidad del Norte.
Una de las pocas obras que no se conclu–
yeron fué el Palacio Consistorial.
La celebración del primer Centenario de
Bolivia, tuvo el brillo reluciente del pro–
tocolo, de los uniformes, de la elegancia.
Quiso rodeársele de significación excepcio–
nal, como un vigoroso homenaje de grati-
. · tud a la memoria de sus fundadores
.y,
al
mismo tiempo, una demostración de la pu–
janza de este pueblo.
Volvamos a los hechos políticos, con cu–
ya cronología no hemos sido muy fieles.
Anulada la elección presidencial de José
Gabino Villanueva, cúpole ejercer el ' man–
do, con carácter interino, a Felipe Guzmán.
Y para las próximas elecciones, propicióse
el nombre de Hernando Siles.
EL PRIMER NACIONALISMO Y EL ALZAMIENTO
POPULAR
Posesionado el nuevo presidente, la vida
nacional se tornó más cordial. Las proyec–
ciones del pueblo de La Paz, no giraban ya
en torno de una sola obra; ahora se mul–
tiplicaban en todas direcciones. La erección
de un monumento a Félix Reyes Ortiz, la
detuvo un momento en el camino, hacién–
dole recuerdo de sus hombres ilustres. Las
tarifas de alumbrado público, que le afecta–
ban seriamente, concretaron otro momento
de su atención. El pueblo salió a las calles,
en manifestaciones, pidiendo abaratamien-
to de precios.' La crisis mundial, derivada
de la guerra de
1914-18,
que tuvo sus re–
percusiones en Bolivia, avanzaba como un
fantasma; algunas empresas mineras, que
hicieron grandes ganancias llevadas al ex–
tranjero, planteaban la suspensión de sus
actividades y el problema de la cesantía de
obreros mineros vislumbrábase como una
amenaza a la que debía hacerse frente con
sentimiento de solidaridad.
La municipalidad adquirió un avión pa–
ra donarlo al ejército, mientras el pueblo
se aprestaba a contribuir, mediante colec–
tas callejeras, a los fondos destinados a la
compra de otras m'áquinas aéreas. Queda–
ban distantes los días en que se hicieron
las primeras pruebas en El Alto. Desde en–
tonces la aviación ya se había incorporado
en ef sistema de las comunicaciones rápi–
das. Fi'Indado el Lloyd Aéreo Boliviano, se
estipulaban las condiciones para el trans–
porte comercial. Un siglo antes, las dili–
gencias, el galope de los caballos y la ca–
ITera de los
chasquis,
eran los medios
;más
veloces que se conocían. Signos de nuevos
tiempos llegaban avasalladoramente. Los
viejos moradores de La Paz, quedaban sor–
prendidos de este
atropello :~
de las cosas.
Antes se iba paso a paso, lentamente, con
tiempo para vivir hondo y quedo; pero aho–
ra, con este ritmo acelerado, no quedaba
tiempo.
En el año
1928,
hubo una sorpresa de
volumen. Se presentaron los hechos de For–
tín Vanguardia. Era como golpear sobre la
conciencia de cada boliviano. Podía el. pue–
blo no saber que el pleito duraba casi desde
la fundación de la República; no importa–
ba. Pero sabía que en el Chaco vigilaban
soldados bolivianos, y esto le llegaba a la
sensibilidad. Si se produjo un ultraje na–
cional, había que contrarrestarlo. La masa
masculina se brindó para la lucha. La voz
de Daniel Salamanca, el obsesionado gue–
rrista, había señalado el camino del Chaco
como el único compatible con la dignidad
d.elpaís. Había, pues, que ir allá. Por ello,
en movimiento espontáneo, el pueblo se
234