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bre del año 1922 se inauguró la obra del

alcantarillado. Para nuevas obras públicas,

la Municipalidad colocó un empréstito de

Bs. 3.300.000. Por su parte la Prefectura,

de acuerdo con el Concejo, resolvió in–

v-ertir los fondos sobrantes de la gestión

departamental de 1921 de la siguiente ma-

sistorial; se levantó el edificio del actual

ministerio de Hacienda.

La obra que suscitó debates, actitudes ad–

versas y apoyos vehementes, fué la que se

efectuaba en el Prado, en pos de su mo–

dernización. Los añosos árboles de la his–

tórica Alameda fueron retirados para dar

Aeródromo de El Alto, de La Paz.

nera: 4.000 Bs., en la adquisición de terre–

nos para el hipódromo; 15.000 Bs., en los

trabajos de la Avenida Miraflores -que

después será Avenida Saavedra-; 10.000

Bs., en la pavimentación de la calle Comer–

cia, y 1.000 Bs., en la reparación del ca–

mino a Yungas.

Los preparativos y las obras que se pro–

yectaban para el primer centenario de la

fundación de la República,

abarc~ban

aho–

ra la atención de los gobernantes y las

autoridades locales. Haciendo un alto en la

febrilidad de los trabajos se celebró el pri–

mer centenario de la batalla de Ayacucho.

Otra vez la ciudad aparecía en el afán

de reedificar, de levantar un pueblo nuevo,

a puro esfuerzo y a jornadas redobladas.

En la plaza terminal de la Avenida Arce,

la Cámara de Comercio instaló un parque

infantil, obsequio de sus miembros a la

ciudad de La Paz, que después será tras–

ladado a la Plaza Abaroa, para colocar en

su reemplazo la estatua de Isabel la Cató–

lica, obsequiado por la colectividad espa–

ñola; se construyó un nuevo palacio con-

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paso a una nueva decoración y a una ave–

nida estilizada que no podía admitir el

caletre de los viejos vecinos.

Hubo una breve ausencia del presidente

Saavedra que, invitado especialmente, via–

jó a la ciudad <le Lima. Asumió, por ese

motivo, el gobierno interino, José Quintín

Mendoza, Presidente del CQJ1greso.

Un nuevo estado de sitiÓ que subsistía,

fué suspendido el 16 de marzo de 1925

-para celebrar el Centenario dentro de una

relativa libertad-, y se lo restableció el 17

de septiembre. Cuando llegaron las misio–

nes ·extranj-eras invitadas para concurrir a

las ceremonias oficiales, el orden institu–

cional parecía normal; pero el estado po–

lítico del país, no era ciertamente envidia–

ble ni su aparente

tra~quilidad

·engañaba a

nadie. Combatido por todos lados, el go–

bierno de Saavedra debía multiplicarse en

la vigilancia y la represión para no ser

sorprendido.

Las obras realizadas en La Paz, con mo–

tivo del Centenario, lo fueron en su mayor

parte con recursos municipales. El progra–

ma de inauguraciones abarcó un espacio