mó también a un primer Congreso de Pe–
riodistas y se ·mandó acuñar medallas con–
memorativas. Las obras materiales eran
numerosas; entre otras, la apertura de la
calle 6 de Agosto y la ornamentación de
parques y paseos. La plaza de San · Pedro
fué bautizada con Plaza España, donde los
residentes españoles colocaron provisional–
mente, un obelisco.
Llegaron Manuel María Murillo y Fede–
rico Bueno, y se encontraba en la ciudad
el cieguito Juan Antonio Graneros Macías:
los tres, descendientes de los gloriosos con–
jurados de julio.
Se contrató una ópera italiana; se ce–
dieron terrenos en la Chacra Peña para la
edificación de un asilo de niños inválidos
se construyó en Sopocachi un edificiQ para
la exposición industrial que se preparaba.
El gobierno, por su parte, anunció la en–
trega del Instituto de Comercio -amplia–
ción del implantado en 1905--, del Salón
de Gimnasia y de un colegió de niños.
Se había anunciado ya la llegada de de–
legaciones especiales de los países vecinos.
Los restantes departamentos del país ha–
bían acreditado, por su parte, comisiones
oficiales para estar representados en los
:festejos del centenario.
Faltando pocos días para el aconteci–
miento, se conoció el Laudo Arbitral dic–
tado por el presidente argentino Figueroa
Alcorta en el litigio peruano-boliviano, in–
justo y desfavorable a los intereses naciona–
les. Era el 9 de julio de 1909. El Concejo
frente a ese hecho que afectaba al país, sus–
pendió los festejos, procediéndose única–
mente a la inauguración de algunas obras,
como la entrega de la avenida 16 de Julio,
la de la estatua de Murillo y la instalación
del servicio de tranvías en la ciudad, que
fué un acontecimiento para el pueblo.
El 29 de enero se recordó el primer cen–
tenario de la ejecución de los protom"ártires
de la independencia, sin otras manifestacio–
nes que pequeñas ceremonias oficiales. Sub–
sistía el malestar ocasionado por el Laudo
argentino. Se tributó un austero homenaje
a los hombres que cayeron para lograr la
libertad, por la cual el pueblo seguia ba–
tallando sin reposo.
Ese año transcurrió para La Paz con los
empeños de realizar la obra del alcantari–
llado. Se aceptó la propuesta formulada por
J
acobo Backus para la construcción de una
línea férrea de Viacha a La Paz, a fin de
completar la articulación de las comunica–
ciones. Las escuelas noctm·nas abrían
n~e
vos horizontes al elemento popular.
La Paz tenía 78.816 habitantes. Era ya
complet~mente
distinta de aquella ciudad
' que, el año 1825, sólo contaba con 30.000
vecinos.
El 9 de abril de 1913 se dictó una or–
denanza municipal señalando los nuevos
lí–
mites del radio urbano. Ampliaba anterio–
res disposiciones sobre la materia, de acuer–
do a las nuevas necesidades de la ciudad.
Fué, sin embargo, objetada por el Fiscal
de Gobierno.
El año 1913 hubo una acelerada caden–
cia de trabajo y progreso. Se inauguró el
ferrocarril de Arica a La Paz, en cumpli–
miento del tratado de 20 de octubre de
1904; se instaló el edificio de la Sociedad
Protectora de la Infancia con dependencias
cómodas y aireadas para niños menestero–
sos; en julio comenzaron los trabajos del
tendido de la línea de tranvía a Obrajes; se
adquirieron carros basureros; se construía
el Hospital General de Miraflores y la ac–
tual casona de la Aduana del Norte.
Este período del desarrollo político del
país fué también informado por un progre–
sivp movim¡.ento de concesión de tierras,
que daba nacimiento al latifundio. El pre–
cio pagado por ellas fué reducido. Cientos
de solicitudes de enormes extensiones fue–
ron favorablemente resueltas por el Go–
bierno. En verdad, propendíase a dar una
función de producción al campo, pero el
buen propósito· fué defraudado.
Las noticias cablegráficas y el cine mu–
do, hicieron conocer algunos episodios de la
aviación. En la ciudad había
interé~
por el
desarrollo del vuelo a motor. No se conocía
228