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tura de calles de la Nueva Paz, que había

sido inaugurada por el Presidente Arce.

Las exportaciones de estaño transforma–

ban la economía fiscal y privada. En torno

de ellas -descartada ya la industria de la

exportación de la plata-, cre'ábanse im–

puestos

y

se iniciaba la adecuación del des–

arrollo del país. Sin embargo, la bonanza

que se anunciaba, suf:r:ió dos sa.;udidas. La

primera fué la nota del ministro chileno

Koning, que ponía un exabrupto térmi'no

a las aspiraciones bolivianas de tener salida

propia al mar; y la segunda, las derivacio–

nes' que tuvieron los actos de soberanía

ejercidos por Bolivia en el Acre. El acuerdo

celebrado con el Sindicato Anglo-Americano

entregándole la colonización y administra–

ción de territorios acreanos, suscitó "irri–

tación indescriptible" en el Brasil, así como

la expedición para la "verificación de la na–

ciente del río Yavari". Causas y conclusión

de la lucha en aquellas regiones mortíferas

- s·e celebró el tratado de 17 de noviembre

de 1903-, son muy conocidas, y no inci–

diremos en ellas.

Al divulgarse el peligro de una campaña

internacional, La Paz se puso, como otras

veces lo hiciera, en pie de alarma. No im–

portaba que las distancias para llegar· al

Acre fuesen inmensas y el tránsito lleno de

peligros y dificultades. Los hombres fueron

hasta los cuarteles y ofrecieron su concurso.

Una manifestación pública dió rumbo y

respaldo al gobierno. En las dos expedicio–

nes armadas que enrumbaron al Acre, se

encontraban alineados centenares de hom–

bres del Norte. Y conocieron los largos can–

sancios de la ruta, el rudo heroísmo de de–

fender la patria, amenazada por el filibus–

terismo y la ambición. Y entonces, uria vez

más, y como siempre, cumplieron con su

deber, comandados por Ismael Montes y Jo–

sé Manuel Pando.

No podía quedars-e estancado el progreso

particular. Iba pa·ralelamente con la mar–

cha de la ciudad, cada vez más segura de

sí misma, dado el espíritu público de sus

hombres. La industria, ensanchada, prospe-

raba en una tentativa de superar la herencia

colonial, que había evitado sis,temática–

mente la implantación de actividades parti–

culares. Las máquinas a vapor llegaron en

el año 1870 y movieron varias industrias,

como la de tejidos, de fideos, etc. Cuando

se instaló el servicio de energía eléctrica,

fueron más activas las tareas; los ferroca–

rriles, que implicaban para la ciudad una

emancipación de la lenta rutina de los trans–

portes, fueron nuevo impulso.

La pasada lentitud -todo el siglo XIX

boliviano es de ritmo lento, ceremonioso,

sobresaturado de la violencia del motín y

de la velocidad de las ambiciones para cap–

turar el poder-, iba haciéndose acelera–

ción. Las fábricas y las industrias aumen–

taron su producción, como aumentaban la

demanda y el consumo. Y al mismo tiempo,

las importaciones crecían. La exportación

limitábase a cueros de diversas clases, en

estado natural o curtidos, cascarilla, meta–

les, orfebrería, algunos cnadros religiosos,

hilados y tejidos indios, es decir, todo

aquello que constituía el detalle exótico,

la marca indígena que sorpt:endía al .visi–

tante y al coleccionista.

Una progresiva labor cultural, desintere–

sada y generosa, partía, sin estímulos, de las

sociedades formadas por personas de bue–

na voluntad. Las antiguas agrupaciones li–

terarias, muchas sin historia y otras de

acusado matiz político y beligerante, fueron

reemplazadas por la Sociedad Geográfica

de La Paz, nacida el año 1889, y · varias

instituciones más jóvenes, reuniendo a desta–

cados hombres de letras. Los diarios y

p~riódicos constituían eficaces vehículos no

sólo en la difusión de noticias sino en la

publicación de producciones literarias. Po–

día recordarse que el primer diario infor–

mativo que sobresalió en medio de hojas

políticas y combativas, fué el que dirigió

Juan Ramón Muñoz Cabrera, durante el ré–

gimen del general Bdlivián. Después, tornó

la hoja impresa a ser el instrumento de

ofensa y defensa. Pero a partir del 900, aún

sm dejar el acento particularista, iba

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