6
9
-"El Hospicio", con los límites: N., río Cho–
. queyapu; E., río Carawichinca; S., río
Chaqu~ri;
0., calles Potosí y Sagárnaga.
7'J- "San Francisco", con los límites: N., ríos
Apumalla y Choqueyapu; E., calles Sagár–
naga y Potosí; S. y 0., Chapicalle y Carre–
tera.
8
9 -
"San Sebastián", con los límites·: N., río
Choqueyapu; E. y S., río Apumalla; 0.,
calle Pizarro.
taban
"140
manzanas,
1.565
casas,
1.574
puertas 'principales,
3.592
puertas de tien–
das,
3.474
ventanas altas y
1.084
ventanas
bajas''".
En ese mismo tiempo, los padres jesuítas
establecieron un colegio particular. El an-
.
"
h
''
,
.
t1guo marc amo se convertia en Impues-
to a la corambre y se hacía el derribo de
reses en el camal, cobrando medio bolivia-
El palacio de gobierno de La Paz, después del incendio del 20 de marzo de 1874. Episodio que
ha originado el mote dd Palacio Quemado por el que se distingue a la casa de gobierno
de La Paz.
9'1-
"San Pedro", con los límites: N., río Cho–
queyapu;
E.,
río San Pedro; S., calle Ama–
zonas; 0., Carwichinca.
La ciudad estaba separada en dos zonas
-urbana y rural- perfectamente difereri-
-ciadas. En la rural se incluían San Pedro,
que pronto iba a ser la Nueva Paz, San
Sebastián y Obrajes. En la urbana, empe–
ro, quedaban ;regiones vacías de casas, en
las que la modificadora actividad humana
aún no se había empeñado.
Además de esa división, existía una 'cla–
sificación de calles en intrapuentes y ex–
trapuentes. La costumbre y la necesidad de
simplificar las cosas, ha borrado esas di–
ferencias. Del mismo modo, han venido
desapareciendo los distritos, que antes fue–
ron barrios; cuyo común denominador era
el templo o la parroquia. En
1880
se con-
no por ejemplar de ganado vacuno
y
diez
centavos por el lanar.
Se hallaban estab}ecjdos
s~rvjcios
de di–
ligencia para trasladarse de uno a otro lu–
gar. Las postas instaladas ·en cada ciudad
y a lo largo de lo_s. caminos, constituían
servicios públicos indispensables. Debía
atenderlas el Estado o encomendarlas, por
licitación, a una empresa particular. Existía
un edificio inmenso en La Paz, con exten–
siones sembradas y forraje de reserva para
la alimentación de los animales. En diciem–
bre de
1882,
se entregó a un concesionario
el local fiscal y las bestias y arreos corres–
pondientes; se Le asignó una subvención
para retribuir sus gastos, y se le autorizó
a "cobrar
30
centavos de flete por mula
por cada legua de recorrido entre la ciudad
210