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Aniceto Arce realizó su obra gigantesca,

sin precedentes en el país.

Propugnando un favorabl-e entendimien·

to con Chile, firmó un protocolo que no fué

aprovechado después por otros negociado–

res; inauguró el 15 de mayo de 1892, el

ferrocarril trabajado hasta Oruro; fundó en

La Paz el Colegio Militar, que anterior–

mente había tenido precaria vida. Inició

la construcción d·e la Avenida

Arce,

"par–

tiendo de la salida de la Alameda", de–

biendo terminar en Villa Alianza; habién–

dose comprado un edificio para Colegio de

Artes, se procedió a hacer las adaptaciones

del caso; se empezó la apertura de un ca–

mino a Puerto Ballivián y otro a Corocoro;

se creó una escuela de taquigrafía; tuvo

lugar el establecimiento de las religiosas

del Buen Pastor. Previos los estudios ne–

c-esarios, se aceptaron las propuestas de The

Peruvian Corporation para construir un fe–

rrocarril de La Paz al Desaguadero ; y de

Avalos, Solá y Villarino, para el de Oruro

a La Paz.

En el mes de abril de 1891, concluyeron

los trabajos de construcción de la Cárcel

,

Pública de La Paz, en el mismo sitio donde

había proy·ectado hacerla el presidente Mo–

rales. Obra debida no más que al esfuerzo

municipal. El tiempo le dará un nuevo nom–

bre: Panóptico Nacional.

Challapampa se unió con la calle Ingavi

por un puente; otro, fué inaugurado en la

calle Colón. El 16 de julio de 1891, la mu–

nicipalidad distribuyó máquinas de coser

entre la gente pobre, y en esa misma fecha

se inauguraron las cuatro aceras de la plaza

16 de Julio, donde también se entregó al

público cuatro glorietas. Un año después,

se creó un curso de oftalmología; se efec–

tuó la exposición industrial, con premios en

dinero para estimular la habilidad de los

pequeños industriales; se refaccionó el pa–

lacio consistorial y se colocaron los bustos

de Ballivián y Abaroa en la Alameda.

El partido conservador había resuelto

mantenerse en el poder, a cuya sombra se

desarrollaba, perdiendo el ímpetu comba-

tivo que otrora distinguiera a sus jefes y

sus masas. Contaba con el apoyo del clero.

Lo que perdía el partido conservador en

acción colectiva, ganaba el partido liberal,

perseguido con saña. Arce no perdonaba la

"revolución del 8 de septiembre". Y los li–

berales no perdonaban al presidente su

parcialidad política. En este clima canden–

te, en que las palabras eran apenas pálidos

trasuntos de las oceánicas discr·epancias, se

efectuaron las elecciones, que no fueron

limpias ni les faltó el rojo de la sangre.

Baptis.ta

no obtuvo la mayoría. El Con–

greso, que debía hacer la elección no era

ínt·egramente oficialista. Entonces el presi–

dente Arce, como él mismo dijera, dió la

respuesta al 8 de septiembre con el golpe

de Estado del 5 de agosto, en que dictó

estado de sitio, apresó y confinó a los re–

presentantes opositores, hizo jurar a los su–

plentes que, naturalmente, eran del partido

del gobierno y produjo el milagro de la

elección de Mariano Baptista. Hombre de

leyes, legalista hasta la sutil manifestación

de los simples detalles, Baptista se valió

de la anormalidad y la trapacería para es–

calar la presidencia. Fué duro, implacable

en el odio político. Hubo de s·er indispen–

sable la gestión de las señoras de La Paz,

por intermedio del Obispo Baldivia, pa·ra

que los liberales confinados en regiones

mortíferas pudieran viajar al extranJero.

No encontraban.:sitío parca. vivir en su pro–

pia tierra.

Se trasladó el gobierno a la ciudad de

La

Paz. Al

~smo

tiempo· anunciábase el

r·egreso de Hilarión Daza. El 19 de junio

del año 1893, Baptista, en respuesta, decía–

le al terminar una carta: "se le acusa de ·

una traición en Camarones". Poco después,

Daza moría en Uyuni.

En · junio se convocó a un Congreso or–

dinario en La Paz, que suscitó airadas pro–

testas en Sucre. Cuando los representantes

se reunieron, había dos temas dominantes,

intransferibles: la lucha contra el gobierno

y las diferencias regionales entte el No-rte

y el Sud. Estos tizones salían de los círcu-

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