Table of Contents Table of Contents
Previous Page  264 / 554 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 264 / 554 Next Page
Page Background

moral no transigía con explicaciones aco–

modadas a las circunstancias. Algo delica–

do, grave, hería su rectitud cristiana. ''El

hecho como es de suponer -comentaba

José S. Crespo- causó gran escándalo en

la ciudad y fuera de ella; pero los autores

han quedado impunes".

Sorteando la resistencia y el desconten–

to, luchando con una caudalosa oposición

liberal, Mariano Baptista llegó al fin de

su gobierno, que no fué un modelo de lega–

lidad ni de sujeción a los dogmas de la ley

que había predicado y sostenido desde los

tiempos turbulentos de Manuel Isidoro

Belzu. En el gobierno no pudo ser el in–

flexible legalista que fuera en la oposición.

En cambio, aliado con el clero, supo in–

suflar a su partido -el cons-ervador- una

doctrina de pasión excluyente, de intereses

de círculo. La religión, con Baptista, bajó

del púlpito, salió de las iglesias y se mez–

cló en las beligerancias callejeras del ban–

derío pequeño.

En las elecciones salió triunfante, frente

al candidato liberal coronel Pando, con

apoyo oficial -el irremediable apoyo ofi–

cial de suc-esiones presidenciales-, Severo

Fernández Alonso. El nuevo mandatario era

la prolongación de sistemas generalizados

desde el poder y el anuncio de una lucha

política enconada.

Ella significaba, para el constituciona–

lismo, la permanencia del Gobierno en

Sucre. Salieron a relucir rezagadas cues–

tiones de capitalía. En la historia boliviana,

ese asunto no había asumido hasta enton–

ces significación alguna. De pronto alcan–

zaban resonancia vasta, engrandecida por

la ceguera. Desde las protestas y· actas le–

vantadas en Sucre -1893-, cuando Bap–

tista convocó al Congreso para reunirse en

La Paz, habían venido circulando venenos

disociadores que el cálculo y la imprevi–

sión pretendieron hacer mortales. La mejor

manera de combatir a los liberales, en el

concepto conservador, era tener el gobierno

en el Sud. En esa hora sin grandeza, la

mayor

par~e

de las fortunas, eran poseídas

por conservadores, y

e~te

dato acaso expli–

que muchos desvíos en las mutaciones

bruscas producidas en política.

Las elecciones municipales en La Paz

para el período d·e 1898, habíanse efectuado

con irregularidades, debido a la decisiva

presión oficial. La discusión sobre creden–

ciales, salpicó a todos y se tradujo en la

prensa, desde cuyas columnas se mantuvo·

en alarma al vecindario. Era una de las

formas agudas, agudizadas más bien, cómo

se prolongaba la pugna entre constitucio–

nales -que s-e daban el placer de actuar

al margen de la Constitución- y liberales,

que no desperdiciaban la oportunidad de

ganar ventajas para agredir al oficialismo.

Y esta vez, derrotados en elecciones, acusa–

ban de fraudes electorales al gobierno.

Y éste, mediante decreto de 13 de enero,

suspendió las funciones del Concejo Muni–

cipal de La Paz, hasta que la Gorte Supe–

rior del Distrito fallara sobre las deman–

das electorales que fueron incoadas. El de–

creto no amilanó a los liberales. Pese a la

orden y al decreto, se inaug.uró.

~1_

año mu–

nicipal. En respuesta, el Prefecto cerró,- con

fuerza pública, el recinto comunal.

El 16 d·e enero se efectuaba el recuento

de votos. El jurado fué dispersado por la

pplicía y tachado de

sediGen~e.

Volvió, con

estos sucesos, el tumulto a la calle, y en

un choque de bandos encontrados murió el

joven Ezequiel Eduardo, cuya sangre exa–

c-erbó más todavía la inquieta actitud

popular.

Considerando graves los aoontecimien–

tos, el gobierno, informado por el Prefec–

to, se apresuró a intervenir la municipali–

dad. Inmediatamente después, el 17, esta–

bleció ·el estado de sitio en La Paz. Decía

el documento: " ... el titulado Concejo Mu–

nicipal con una actitud subversiva y que

trata de propagarla en términos que com–

prometen el orden público; que el cuerpo

de jurados de aquella ciudad ha descono–

cido la autoridad del Prefecto y ha llegado

a ocasionar en los disturbios una víctima".

En otro considerando agregaba: " ... que

218