mento; las había de tres clases: gratuitas,
de pagamento -así decíase entonces- y
particulares. El censo personal de
l~
ciudad
d·e La Paz arrojó un aumento del cmco por
·ciento en la población urbana y del
10
por ciento en la rural.. Veamos el detalle:
La Paz . ......... .
Parroquia de San Sebastián
Parroquia de Santa Bárbara
Parroquia de San Pedro .'. .
Parroquia de Obrajes ..
Total ....
44.452 habitantes
2.847
2.165
5.029
2.356
"
"
"
"
56.849 habitantes
En la misma época, las demás capita–
les de Departamento del país presentaban
las siguientes cifras de habitantes: Su–
ere,
15.980;
Cochabamba,
19.507;
Potosí,
11.944;
Santa Cruz,
10.288;
Oruro,
6.844
y Trinidad,
4.535.
La población urbana
"dentro de muros" --el término era grato
al estadígrafo-, daba
44.335
habitantes;
y la rural, diseminada en los suburbios y
en la jurisdicción de las cuatro parroquias
correspondientes a la ciudad,
11.270.
La epidemia de cólera asiática, que se
preserit2 en la Argentina y Chile, alarmó
a esos
p~íses
y a los vecinos. Bolivia tendió
un cordón. sanitario, en el cual había más
buena voluntad que efectivo atajo al peli–
gro. La Paz vió que sus autoridades loca–
les adoptaban medidas preventivas, difun–
dían conocimientos profilácticos y un mé–
dico escribió cartillas de consejos para
evitar el contagio. Pero la inquietud fué
cediendo. El peligro quedó aislado y re–
ducido.
El suceso memorable en la ciudad fué
la inauguración del s-ervicio de alumbrado
eléctrico, público
y
particular, el
14
de
julio de
1888.
Y poco después, la fundación
de la
Nueva La Paz,
en la parroquia de San
Pedro. El acto fué apadrinado por el Pre–
sidente de la República, después que se
hizo un prolijo
tra~ado
de calles.
Durante aquellos años se realiza,ron mu–
chas otras obras, como la construéción de
una carretera de La Paz a Obrajes; se es-
tudió la propuesta de Manuel Murillo Do–
rado, para el establecimiento de tranvías en
La Paz; se aceptó la propuesta de Juan
Pinkás para la explotación y construcción
de caminos en Bolivia, buscando la posibi–
lidad de comunicar con el exterior, direc–
tamente, las ciudades de La Paz, Oruro,
Cochabamba y, especialmente, una ruta de
La Paz al Titicaca o al Desaguadero.
El señor Gregorio Pacheco gobernaba el
país, después de haber pugnado con el se–
ñor Aniceto Arce en un singular duelo de
gastos electorales. Su período fué, en ver–
dad, bastante . pacífico, de tendencia con–
servadora, pese a que nada quería tener
de común con el constitucionalismo. En las
elecciones, apoyó la candidatura del señor
Aniceto Arce, su antiguo rival y con quien
se había comprometido a entregarle el po–
der. Cumplió su palabra, pues el otro can–
didato, general Eliodoro Camacho, fué
derrotado. Los liberales habían perdido
también, en gran parte, las elecciones mu–
nicipales, mes-es antes de las presidenciales.
Los industriales · ricos habían hecho su
aparición en el escenario político. A Pa–
checo sustituyóle Arce, asumiendo el mando
el
6
de agosto de
1888.
Un año antes, el
Congreso, con largos debates, aceptó una
idea arcista: el ferrocarril de Chile a Bo–
livia y, concretamente, hasta Oruro. Ahora
amplió sus planes: hasta Htgmchaca, mi–
neral de su propiedad, y hasta La Paz. Fué
un gobierno múltiple, ejecutor de obras
importantes; pero tuvo que mantenerse en
pie de lidia contra la animosidad y la im–
paciencia del partido liberal. Además, vol–
vió el motín con elementos del ejército, el
8 de septiembre, en Sucre. Arce huyó dis–
frazado de cura, hasta Cochabamba. El
golpe debió ser secundado en La Paz, pero
aquí no hubo pronunciamiento alguno. Los
autores del motín fueron fusilados. Poco
después, una revuelta dirigida en La Paz
por Camacho, fracasó, y el jefe del libera–
lismo huyó al Perú. En un clima caldeado,,
efervescente, cuidándose de la rebelión, en
un lado, y del motín cuartelero, en otro,
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