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voluntarios. En el plano político, las ren–

cillas de las facciones hicieron un alto, por–

que el tiempo imponía frenos duros a la

ambición

y

a la

anarqU.ía

. Contábase con

nueve

~il

soldados, y, encabezándolos, salía

Daza de La Paz el 17 de abril de 1879.

Hasta entonces el ejército chileno había

proclamado en Antofagasta la "reivindica–

ción", localidad que asaltó el14 de febrero,

en tanto que la declaratoria de beligerancia

era notificada sólo el 5 de abril. Abaroa

había caído ya, en Calama, gritando la in–

mensidad desesperada de su frase, en que

se apretaba, resumida, la indighación bo–

liviana.

La situación interna no era bonancible

en ningún orden. Escaseaban 'los alimentos,

y la especulación actuaba con auge. Para

contrarrestar la carestía se abrieron casas

de abasto municipales a fin de satisfacer

las necesidades del pueblo

y

se dió un paso

más: se fijó precios

y

se los controló. En

otros puntos del territorio nacional, vivíase

en un estado angustioso de pobreza; en Co–

chabamba, más de dos centenares de ·per–

sonas perecieron de hambre.

Llegaban las noticias d·e la guerra, contra–

dictorias, desalentadoras. No obstante,

y

a

despecho d·e la dolorosa situación económi–

ca, la moral continuaba robusteciéndose.

La corporación edilicia propuso la contra–

tación de un empréstito de cien millones de

bolivianos para trabajar en un camino rá–

pido a la zona de operaciones. "Viabili–

dad", decíase en aquel tiempo. Su mira

apremiante era unir el litoral con los cen–

tros de producción "de una manera sencilla

y

sin otro recurso que apelar al patrimonio

de los bolivianos

y

a nuestros capitales, que

serán fácilmente movilizados por los pres–

tigios de cada gobierno local". Daniel Nú–

ñez del Prado, Presidente del Concejo, agre–

gaba: "No nos veamos obligados por más

tiempo a mendigar permiso ajeno para vi–

vir la propia vida que debe vivir cada na–

ción". Caminos a los puertos, repetíase en

La Paz, como un mandato imperativo. El

plan propuesto consistía en que cada muni-

cipalidad ofreciera una garantía de un mi–

llón de bolivianos, que harían "frente al

servicio de más de cien millones de boli–

vianos" para una ruta inmediata, factible y

útil al litoral.

Mas los acontecimientos se precipitaban,

golpeando el alma nacional, hiriendo al

pueblo del Norte, de donde había partido

el ejército, el primero que iba al sacrificio.

El valor, sin embargo, se volvía a imponer.

Hacíase gestiones para empréstitos de gue–

rra. El estado adeudaba a la municipalidad

40.000 bolivianos, con los cuales proyectá–

base . adquirir carros de

ambulanci~.

La retirada de

Camarones

y después

San

Francisco

-adversos. episodios de la gue–

rra-, tuvieron influencia desastrosa en La

Paz, donde la reacción popular iba en au–

mento, considerando la actitud de Daza

como una traición injustificable. El Conse–

jo de Estado acabó, miedoso, por disper–

sarse. No había, pues, en el país gobierno

ni orden ni paz. Entonces la municipalidad

se vió forzada a sa)ir del marco de sus

atribuciones locales para actuar en el res–

tablecimiento de la calma que hacía falta.

Informando este episodio, don Daniel Nú–

ñez d-el Prado decía poco después:

"Con

motivo del contraste de San Francisco, ori–

ginado por

la

vergonzosa retirada de Ca–

marones, la indignación popular llegó a

su colmo. Temeroso el Consejo de Ministros

de una revolución general, dejó su puesto

en acefalía, fugando el de la guerra

y

asi–

lándose en legaciones los otros, habiéndome

entregado antes

la

fuerza en mi calidad de

Presidente del Concejo Departamental. A

pesar de tentativas de diversa fndole pude

conjurar

la

tempestad que amenazaba des–

quiciar el orden social. Mis sacrificios fue–

ron inmensamente recompensados con el

servicio prestado a mi país

y

el voto de

confianza del H. Concejo. Que los funestos

recuerdos del pasado, sean saludables lec–

ciones para el porvenir".

Hilarión Daza fué separado del mando

de las tropas y de la presidencia de Boli–

via, por acuerdo de los jefes bolivianos. El

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