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JIÍ\ao
Jenenlll de los Ejércitos de
IJuli,·i•.-Oignos
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del Jeoe–
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Md~att>jo.
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otros. Muy bieo
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J•,r(·~ño•. qnt> mi alma
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Ina
p•·cnta
V
.aceita.
Auténtico volante mandado imprimir por Melgarejo, de una proclama suya dirigida al
pueblo de
La
Paz.
afuera, como una repulsa colectiva, el en–
tierro fué una pungente manifestación de
duelo. El pueblo iba detrás del féretro,
vestido de negro. En el cementerio, Juana
Manuela dijo un discurso, el último, para
el esposo con quien ya nada te!lía de co–
mún: vidas esplendorosas que hacen eterno
·~
el más inestable de los sentimientos: el
amor popular ...
En los círculos de Melgarejo, comen–
tando el s·epelio, decíase con rencor: "Has–
ta empleados públicos había...". Y al pro–
pio tiempo, elaborábase la verdad oficial
de la muerte de Belzu, atribuyéndola a un
soldado. Nadie creyó entonces, ni -después,
la trapacería.
Muerto Belzu, levantábase otra bandera:
la Constitución de 1861. En el Sud ardió
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