enemigos del régimen se aplacó un tanto,
porque, lejos, golpeaba el peligro interna·
cional. Durante el gobierno del general
Ballivián, con el descubrimiento de las gua-
neras, había comenzado la ambición chi–
lena, que creó el Departamento de Ataca–
ma y declaró propiedad estatal "las huane-
Don Lucas Mendoza de La Tapia.
ras existentes en el litoral del desierto de
Atacama y en las islas e islotes adyacen–
tes". A pesar de las reclamaciones bolivia–
nas, había crecido la codicia de aquel país.
Ballivián no pudo ·hacer frente al peligro,
porque el motín exigía su atención inme–
diata y el movimiento total de sus tropas.
En 1863, Chile se apoderó de la -bahía de
Mejillones, y Achá, para responder a ese
hecho, que ya no podía tener solución de
canciUería, reunió un congreso en Oruro,
el cual le autorizó a declarar la guerra si no
conseguía un arreglo justo. Un nuevo acon–
tecimiento dispersó la tensión nacional, que
se proyectaba íntegra a la defensa de las
guaneras: España ocupó las islas Chinchas
y entró en guerra con Chile y Perú. Era,
para Bolivia, una tregua que se prolongaría
hasta 1879.
Mediante concurso se creó el himno pa–
ceño. Los artistas favorecidos con la inspi–
ración y el acierto habían sido los señores
Ricardo Bustamante, autor de la letra, y
Eloy Salmón, autor de la música. Fueron,
verso y nota, un inimitable conjunto que
interpretaba al pueblo, llegaba a su sensi–
bilidad y la conmovía. Cuando culminó el
esfuerzo interpretativo, cifra y resumen po–
pular, un grupo de amigos, socios del Ate-
191
neo Literario lo ensayó en uno de los
salones del Loreto. Pero el himno fué can–
tado, oficialmente, el 16 de julio de 1863,.
y desde entonces se lo entonará en los mo–
mentos de júbilo colectivo como en los de
prueba para la suerte del país.
Achá, entretanto, se ocupó de fijar las
atribuciones municipales y 4escentralizar
los fondos que les correspondían. In–
trodujo el uso de las estampillas en el
franqueo de cartas. No pudo seguir más
tiempo. Melgarejo cercó el gobierno, lo hi–
zo caer en Cochabamba y se proclamó pre–
sidente, cuando sólo debió ser un instru–
mento de los
rojos.
VICTORIAS DEL PUEBLO, VICTORIAS DE LA
LIBERTAD
La ciudad de La Paz, no obstante la exis–
tencia convulsiva del país, que le afectaba
de cerca, había crecido. No era extraordi–
nario su ensanche, pero mejoraba. Los pro–
blemas urbanos no merecían todavía mu–
chas preferencias. Las calles estaban aban–
donadas, la atención de sus plazas y paseos
no era permanente. Habíase aumentado la
cuota para pagar el servicio de alumbrad(}
público, de 200 a 300 pesos, y suspendido
el impuesto que solventaba ese gasto. lni–
ciábanse los preparativos para la construc–
ción del palacio de justicia, en la calle Aya–
cucho, a una cuadra de la Plaza; para la
obra, se habían duplicado los impuestos a
la internación de licores nacionales y ex–
tranjeros al Departamento. Al finalizar el
mes de diciembre, establecióse la Facultad
de Medicina. Y se preparaba, para el 24 de
enero, una exposición de artefactos "de to–
das dimensiones y tamaños", con premios
para los cuales se votó 5.000 pesos.
Pero el deseo de paz y progreso, que uni–
formemente animaba a estantes y habitantes
de la ciudad.. era alterado con los clarinazos
de las sublevaciones y el rojo color de los
hechos de armas. Y hasta ellos fué llevado
el pueblo, en el cual se adv·ertía una sola
proyección clara y fija: tener justicia, go-