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comprobado. Era, pues, una orden de mo–

vilización general. Pero ella alcanzaba, de

inmediato, a La Paz y a sus pueblitos ale–

daños. Hasta que se difundiera en todo el

territorio transcurrirían varios días. En

algunos puntos del páís, seguían agitando

sin tregua los "restauradores de la indepen–

dencia", que actuaban desesperadamente

para tomar el gobierno y controlar el país,

revuelto, despedazado, perseguido por am–

biciones e intrigas, en el borde de la diso–

lución.

Contaba Ballivián, de inmediato, con el

pueblo paceño, que se r·eunió en la Uni–

versidad y se volcó en las calles, para con–

trarrestar la invasión. Avanzaba, entretan–

to, Gamarra: los vecinos de las provincias

y cantones, en montoneras, habían querido

oponerse a la marcha del invasor. Pero

eran insignificantes obstáculos en el paso

_de un ejército preparado y adiestrado para

la conquista. El 13 de octubre,

Gamarr~

ingresó en La Paz. El gobierno se había

retirado para darse tiempo de organizar un

ejército, pues sólo contaba con el regimien–

to SQ de infantería y con el entusiasmo de

la población. Establecióse en Sicasica

y

trabajó de tal modo que, mientras enviaba

emisarios a Gamarra, a fin de distraerlo,

improvisaba soldados. El general Velasco,

frente a los hechos, desistió de ir a disputar

con Ballivián.

Gamarra, a su vez, recibía a los emisa–

rios bolivianos, los distraía un poco. Los

dos jugaban cartas falsas; pero Ballivián

lo hacía con el propósito de ganar tiempo,

y Gamarra en la seguridad de que el terre–

no era enteramente suyo y que las conver–

saciones paliarían los objetivos militares

que suponía cumplidos de antemano. De–

jando un fuerte destacamento en la ciudad,

donde nombró un Prefecto y un Intendente

peruanos, salió

pa~a

explorar el campo

y

percatarse del estado de desorganización

-la creía completa- de las tropas de Ba–

llivián. Las noticias que recibía afirmaban

que todos los jóvenes y hombres salidos de

la ciudad iban a presentarse en el ejército

que el general boliviano improvisaba. La

ciudad estaba convertida en un cuartel mi–

litar, con todos los agravantes de la gue–

rra, la vigilancia y el control. Gamarra dis–

puso entonces que las fuerzas que tenía en

La Paz marcharan hasta Mecapaca, donde

barruntábase la existencia de un arsenal de

armamentos. El general San Román, encar–

gado de .esa misión, fué ,interferido por

fracciones del ejército ballivianista que,

conociendo la maniobra, quisieron adelan–

társeles. En

J

a-huir-cato, proximidades de

Mecacapa, hubo combate; los p·eruanos tu–

vieron que retirarse. Fué el primer encuen–

tro. La misión peruana no había podido ser

cumplida.

En esos instantes, el general Gamarra

hizo público su propósito de anexar el De:.

parlamento de La Paz al Perú. Tenía vieja

data su ambición: desde cuando el coronel

Ramón Loayza declaró independiente el

Departamento y vitor·eó a Gamarra, acción

por la cual fué premiado con el generalato

por el presidente de entonces, Velasco. El

Ministro Plenipotenciario Boliviano, a quien

encontró en La Paz, recibió orden de des–

ocupar "territorio peruano".

Entonces Ballivián, que medía los pasos

y los actos de su adversario, firmó la si–

guiente circular para las autoridades na–

cionales:

"Sin embargo de que el gobierno ha to–

cada todos los medios de conciliación

r

concordia, a fin de que el general Gamarra

desista de los propósitos ambiciosos que

ha

descubierto al pisar nuestro territorio, des–

oyendo

la

voz

de

la razón

r

negándose a

las proposiciones amigables que se

ha

he–

cho,

ha

mostrado que no tiene otro objeto

que la humillación y la conquista de Bo–

livia; y consecuente a su plan de usurpa–

ción ha intimado a nuestro Ministro Pleni–

potenciario Dr. Andrés Quintela para que

en el término ,preciso de una hora deje el

territorio peruano,· reputándolo tal al de–

partamento de La Paz". "Se nos

ha

ofreci–

do -agregaba- la brillante ocasión de

presentar nuestra patria ante la historia,

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