ni nada. Por fortuna, yo lo preveía todo, y
me he excusado del disgusto de la sorpresa".
Tacto de buen gobernante es perdonar los
castigos impuestos por otros, se dice. Santa
Cruz dictó en La Paz, el 24 de mayo, una
amnistía
"absoluta para todo boliviano que
hasta
e~
19 de mayo result:as·e culpable, cul-
prestó importantes serviciOs. Sus primeros
años están olvidados. Se r·ecuerda su actua–
ción en el ejército unido. Y, particularmen–
te, en La Paz, se trae a cuenta su dinámica
acción de Prefecto. En la hora de la anar–
quía, a la cual con tanto acierto se entre–
garon los militares y civiles encargados de
Antiguo comedor de fiestas del Mariscal Santa Cruz, actualmente capilla del colegio San
Calixto. Todavía puede admirarse el magnífico artesonado de madera de Yungas mandadn
construir por el Madscal.
pado o sospechoso de los sucesos políticos
ocurridos recientemente".
Se iba restableciendo la confianza nacio–
nal. Santa Cruz era el elemento cohesiona–
dor indispensable en esa hora de turbulen–
cias y d·e instintos erguidos.
ASCENSióN Y CAíDA
Don Andrés Santa Cruz, como ningún
boliviano,
h~
subido hasta la más alta po–
sición para un general y un gobernante.
Ha obtenido el bastón de Mariscal en
le–
pita; ha pre$idido el gobierno peruano; pre–
side a su propio país. Fué realista; ahora
milita en el bando republicano. A los dos
encauzar la vida republicana, Santa Cruz
es, en el consenso popular, poco menos que
el ordenador, el restaurador de la tranqui–
lidad y el rigor preciso para derrotar a
la colonia, que marca con tenaz isocronía
la pres-encia de su aparato de dominio y
privilegio.
Santa Cruz no defrauda al pueblo: es la
acción permanente, la inquietud insatisfe–
cha, la mano sin reposo, la mirada sin can–
sancio. Todo debe hacerlo o rehacerlo. Su
primer escenario de gobernante es La Paz,
la ciudad donde nació. Escribe oficios, for–
mula incitativas, r·ecomienda laboriosidad.
Reanuda, en planos nacionales, lo que an–
tes fué limitada misión departamental.
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