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JOSE MEJIA

VALf.RA

127

Ya está reconstruido el Ayllu de filiación materna. Pe–

ro he aquí mismo otro fenómeno social importantísimo que

<l t>s tacar. Para que pueda subsistir esta organización es ne–

cesario reconocer que el incesto adquirió toda su fuerza re–

pul iva conveniente para mantener constante la estabilidad

de las relaciones sexuales. Anteriormente he destacado no-

1icias de este horror al matrimonio entre parientes cercanos,

cuando _traté de demostrar el paso del parentesco por genera–

ciones al matriarcado. También ha quedado estab!ecido que

Jos hombres tenían que buscar mujer entre las hijas de otra

n1adre que no fuese propia. Pues bien, poco a poco la prohi–

bición del matrimonio se fué haciendo extensiva a todo el

J\yllu y se formó entonces una agrupación humana que tenía

impedimento expreso de contraer matrimonio dentro de ella,

porque iba contra el Derecho establecido que cautelaba. el pa–

rrntesco. Es de notar que en Keschua se traduce "consan–

guíneo" como Ayllumasi, es decir, que todos los componen–

tes del Ayllu se consideran parientes; y la traducción de

"incesto" es Ayllu-pura-huchallicuy, lo cual indica que la

acepción se extendía a todo el grupo. Si a esto agregamos la

filiación materna y !a imposibilidad de que las madres se se–

~aren

de sus hijos, ya tendremos una visión · aproximada

del régimen matrimonial que siguió a esta innovación.

La

poliginia de las mujeres continuó potente para poder mante-

11er el sistema matriarcal y, así, no fué posible que saliera de

su propio Ayllu para ingresar en el de su marido momentá–

neo. Si se tiene en cuenta que los hijos de la mujer, hombres

y mujeres, pertenecían al Malqui de la madre por esta situa–

ción de permanencia en su Ayllu, los hijos e hijas de su her–

n1ano, en cambio, estaban repartidos en los Ayllus de sus

1nujeres esporádicas, en otros términos, reconocían un