Previous Page  20 / 384 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 20 / 384 Next Page
Page Background

16

INTRODUCCIÓN

bre ha podido identificarse con la i1aturaleza y formar con ella y -el paisaje

una sola cosa.

Así se explica la falta de humanidad o, inejor dicho, la deshumanización

del hombre que ha sido arrancado de su campo y la trascendencia vital que

éste casi siempre revista para el campesino. Aparte de esta consustanciación

hay ·también otra causa fundamental ·que explica su apegamiento y es la de

que la naturaleza le sirve a modo de depósito inagotable de bastimentos: pe–

ces, los más variados, en sus ríos; animales de carnes diversas y de valiosos

cueros en los bosques milenarios ; aves de todas las especies en sus campos

y lagunas, que con las trepadoras y árbole.s incomparables forman un marco

de belleza viva a la idea de Dios, cuya existencia se muestra en las más diver–

sas manifestaciones de la vida del campo, en todo lo que no sale de la mano

del hombre y es aprovechado por él. Y como una consecuencia fórjase en su

alma la mística de una religión. En efecto, ha visto ''llorar a la breá'' los

tajos del hacha

y

al "kacuy" y al "crespin' ? la pena de la ausencia y de la

tragedia. Ha escuchado en las noches la carcajada fisgona de la ''bruja'' y

el graznido del '' viejoy' '.' Pero ha escuchado también la alegre sinfonía de los

pájaros y ha visto en las peores épocas la ayuda de Dios: los ''mistoles

y

algarrobos'' cargados de fruta

y

llover el agua generosa sobre la enjuta tie–

rra y surgir de ella la vida del campo. La flora y la fauna han generado tam–

bién al par que vocablos pintorescos que en síntesis expresan la cualidad exac–

ta de la planta o animal representado, multitud de ideas y sentimientos que

son como el espíritu vivo del pueblo. Superstición y milagrería, cuentos y

narraciones, recovecos del alma popular, creencias, conocimientos, toda la

vida anímica expresada, cantada, llorada, se ha generado en la fauna y la

flora que la naturaleza exhibe con sabiduría de maestra y galanura de artista.

En la compilación de los nombres que constituyen gran parte de nuestro

acervo natural, incorporado al alma de la tierra y de los hombres, exponemos,

en lo que nos ha sido posible, una breve clasificación científica, a la par que

describimos aquellas características dominantes de plantas y animales que

hemos recogido de boca del pueblo en nuestras andanzas por el campo.

V

Es casi norma general que lo

idimnas, en los nombres propios sobre

todo, descubran a la observación del filólogo, una modalidad de

entr~-casa,

familiar y afectiva, cuando no un dialecto típico, mezcla de dos o más lenguas.

Ello es debido, principalmente, a la frecuentación del trato y a la necesi–

dad de abreviar la extensión del vocablo o de la frase, usando en su reem–

plazo equivalentes que se adecúan a la arquitectura y fonética de las lenguas

preformantes. De este modo, la palabra derivada asume el valor de un sím–

bolo para el filólogo, que estudia en ella, no sólo las transformaciones

qu~

ha

sufrido, sino las partes que ha tomado de sus formadoras originales, gustan–

do, a la par, ese sabor que trasciende, íntimo y cordial, por virtud del afecto

con que se la usa en la cháchara libre y cotidiana.

·

·

Palabras l'.epresentativas de este tipo son los equivalentes familiares de

los nombres propios. Son las que tipifican el dialecto, dándole un sentido de