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INTRODUCCIÓN

lenguas que parecen_derivar según Lafone Quevedo de algún idioma madre

muy anterior a ellos''.

En este sentido concuerda con el Barón de Humboldt, el cual, en su obra

il1or11Umentos de los Antiguos Pueblos de América,

afirma qu,e "la tenden–

cia uniforme de las ideas anunciará si no identidad de origen, por lo ·menos

extremada analogía en la disposición

intel~ctual

de los pueblos americanos

desde la Groenlandia a· las tierras Magallánicas''.

Con lo que Cieza de León habría dicho la verdad al sostener que "Estos

y todos los deste reino (el de Quito) en más de mil y doscientas leguas habla–

ban la lengua general de los Incas que es la que se usa en el_ Cuzco. Y hablá–

base esta lengua porque los señores Ingas lo mandaban y era ley en todo este

reino y castigaban

~

los padres si la dejaban de mostrar

a

sus hijos en la

' niñez. ' '

(e

rónica del p erú.)

III

Volviendo al propósito y exégesis de este libro, debemos decir que se han

incluído en él los nombres de los pueblos indios ya desaparecidos

y

de los que,

siendo actuales, ofrecen alguna dificultad en el sentido de la dilucidación de

su significado. En uno y otro caso se han tomado también los nombres estu–

diados por otros autores cuya explicación lingüística o etimológica satisface

ampliamente -pues hemos querido hacer una nómina completa-

y

otros

VO·

., c.ablos se han incorporado al presente estudio, porque, siendo topónimos, ha

sido necesario hacerlo para la mejor comprensión de otras voces relaciona–

das con ellos o porque revisten una distinta interpretación de su proceden-,

cia. Las distintas fuentes consultadas y en especial el archivo General de la

Provincia, con ser escasas, han permitido la compilación de numerosos nom–

bres ignorados en su significación precisa, y cuyas raíces remontan a las épo–

cas .prehistóricas en . que las lenguas indígenas tenían seguro y profundo

arraigo.

Todavía nos es dado encontrar topónimos puros que han resistido- sin

deformación sustancial la acción corrosiva de otras lenguas, como si poseye–

ran la virtud f ecundante de la lengua nüsma que en ellos se cristalizó. Pero

éstos fueron los menos. Los más, se transformaron, sustituyendo sus so–

nidos originarios por otros semejantes, a causa de la dificultad que entraña

su escritura o su f onética, o por esos procesos lentos de corrupción en que

intervienen diversos vicios y que con el transcurso de los años los vuelven

irreconocibles.

Surge de 1'na lectura atenta de la presenté nómina de pueblos, de ríos, de

parajes, una primera comprobación: la de la importancia que tienen estas

palabras diseminadas como jirones de las lenguas que hablaron los primitivos

habitantes para el estudio de la etnología, y, como consecuencia, el hécho de

que- no

toa.os

los topónimos, al parecer indescifrables, son de procedencia

quichua. Con ser la mayor parte de ellos atribuíbles a dicho idioma, otros

corresponden a lenguas o dialectos diversos que como el cacán o diaguita, el

toba, el vilela, el lule, el sanavirona y el chiriguano se hablaron en esta re–

'gión varios siglos lia y de los que quedan pocas pero valiosas voces puras

o deturpadas.