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INTRODUCCIÓN
Jaimes Freyre,
El Titeumán Colonial (Documentos
·y
Mapas
d~l
Archivo de
Jn.dias).
·
Este mismo autor cita a Pedro Sotelo Narváez quien en su relación de
1582,
decía al respecto: "Está esta ciudad (San Miguel de Tucumán) veinte y
cinco leguas de Santiago del Estero junto a una cordillera de Andes, y otras
veinte y cinco del Valle de Calchaquí, tiene veinte y cinco encomenderos de in–
dios, tendrá tres mil Yndios de servicio de los Diaguitas, Tonocotés y Lu–
les ... " y agregaba: " .·.. son molestados de los Diaguitas de guerra de cal–
chaqui, de quien han recibido muchos daños".
Sobre estos naturales y los lules, sus vecinos, se encuentra un importan–
te documento en la información sobre los servicios prestados por la ciudad de
Santiago del Estero
&
.S. M. en la conquista del Tucumán, documento que lle–
va la fecha del
5
de octubre de
1585
y que dice: '' ... tenían estos yndios ju–
ries guerras y batallas con una generación de yndios que son como alárawes·
que no siembran que llaman en esta prowincia lules que los mataban y co–
mían y los tenían acorralados en pucaranes y fuertes que hazian de palos
para guarecerse e si la gente española -desamparara aquesta gente xuri que es–
tawa rrendida los dichos lules la ubieran acabado y destruydo" (Juan Alfonso
Carrizo,
CO/JJ;Cionero Popular de Tucumán).
Estos indios jur
ies debíanser los mismos tonocotés de que hablaron los
cronistas, pues el P.
Barza.naen su conocida carta de
1594
dice refiriéndose
al mismo episodio: ''
... la nación que llaman lule, esparcida por diversas re–
giones como alarabes, sin casa ni heredades, pero tantos y tan guerreros,
que si los españoles al principio de la conquista de la provincia de Tucumán
no vinieran, esta nación sola iba conquistando y comiendo unos y rindiendo
otrós y así hubiera 'acabado a los tonocotés ''.
Aparte de los indios juries o tonocotés, de los diaguitas y lules, el inmenso
territorio de 1o que fué luego provincia de Santiago del Estero, albergaba
otras naciones indígenas, entre las cuales debemos mencionar los indamas,.
yugitas y sanavironas en la región sud y los abipones y mocobíes de la región
Chaco-litoral, que pertenecían al grupo guaycurú. Todas estas naciones, for–
madas por numerosos pueblos y parcialidades, con leng11as y dialectos diversos,
crearon -como decíamos al principio- un serio problema
li~1güístico
a la Con–
quista que debía resolverse tratando de imponer un solo idioma que facilitara
el intercambio y la evangelización. Así se hizo, usándose como lengua gene–
ral el quichua, llamada también lengua del Inca, o del Perú, o del Cuzco, o sim–
plemente cuzcano y también lengua de Quito o Quit-va; palabra ésta -qui–
chua- que ya fué empleada en
1583
por el Licenciado Cepeda en carta al
Rey del 3 de agosto, según puede verse en la Correspondencia de Presidentes
y Oidores de Charcas, tomo II, pág. -65.
Empero, debió existir una razón poderosa para decidirse por el empleo
, del quichua como lengua general de los pueblos aborígenes que poblaban esta
tierra y que hablaban lenguas y dialectos diversos, tanto más cuanto que, de–
biendo los españoles comunicarse con ellos para pacificarlos, dejaron de usar
la lengua madre, la de España, que tantos obstáculos habría podido allanarles
en el propósito de dominio en que estaban empeñados. Fué el quichua el idio–
ma elegido, sencillamente, porque era la lengua que doscientos años antes de
la conquista había sido introducida por los mitimaes que penetraron al Tucu-